Lunes 23 de julio de 2018
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En la cumbre de Helsinki del lunes 16 de julio, Trump por alguna razón rindió un culto inusitado y vergonzoso a Putin por razones que se desconocen. Quizá tengan que ver con asuntos de propiedad inmueble en Rusia o en otra parte, o quizá con los entreveros cibernéticos que involucran a los rusos en las elecciones presidenciales de EE.UU. de 2016 lo que está comprobado por los pliegos de cargo emitidos a varios colaboradores republicanos de la campaña de Trump en 2017, y por el pliego emitido el jueves 12 de julio por el Departamento de Justicia contra doce oficiales rusos acusados en detalle de haber sido responsables de los ataques. El WP dice que Trump ha ido de su "hacer nuevamente grandioso a EE.UU.," a "hacer grandiosa a Rusia." Y su empeño parece enceguecido y hasta apátrida porque ha puesto los intereses de Rusia primero, lo que deja, incluso a gente de su partido, con la boca abierta.
Trump está ayudando a cristalizar el sueño de Putin de hacer de su país un emporio dictatorial como la URSS y en eso no cesa, aunque no será fácil porque, entre otras cosas, el producto interno bruto de Rusia es más o menos del tamaño del de Texas, y si bien tiene un arsenal nuclear, sus FF.AA. convencionales ya no son las de la URSS. Obama caracterizó a Rusia como "fuerza regional", lo que nunca cayó bien a Putin. Pero por alguna razón, Trump, haciendo de "idiota útil" como lo califica la prensa estadounidense, lo trata de igual a igual, como "un competidor de mi talla", lo que sí añade "talla" política a Putin en Rusia donde seguramente quisiera ser reconocido como "Vladimir el Grande," bagaje de inverosimilitudes que deja pasmados a muchos no solamente estadounidenses.