La ética y la transparencia son dos términos que van juntos cuando se quiere manejar las instituciones estatales con responsabilidad, honestidad y nitidez. La transparencia es uno de los valores especÃficos de la ética de la función pública contemporánea. La ética pública tiene que ver directamente con la integridad del servicio público que, a su vez, se hace posible gracias a la aplicación del valor de la transparencia. La transparencia en los gobiernos es una exigencia fundamental para su buen funcionamiento porque requiere un mejor comportamiento ético, evitando asà que se produzcan y salgan a la luz las prácticas corruptas que pudieran existir en el mismo. Se precisa gobiernos más abiertos, donde exista mayor transparencia en el proceso de toma de decisiones, y mejor acceso público a la información oficial, demanda que los funcionarios declaren sus bienes y se aplique una mayor vigilancia por parte de los medios de comunicación, refleja un importante crecimiento en cuanto a la aplicación de los valores y pone de manifiesto un importante desarrollo de la ética pública.
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La confianza en un gobierno es fundamental en el soberano que espera mucho de él, en especial cuando los ciudadanos esperan que los servidores públicos sirvan a la pluralidad de intereses con justicia y que administren los recursos de forma correcta. De este modo, la ética se transforma en el soporte ideal para garantizar esta confianza. La creciente falta de confianza de los gobiernos es muy preocupante dado que el llamado "déficit de confianza" se ha visto propiciado por los grandes niveles de corrupción a los que se ha llegado, debido a la toma de decisiones inapropiadas de parte de los funcionarios, lo cual requiere de cambios y reformas que transformen la manera en que el sector público opera. Es necesario crear un clima donde haya una mayor conciencia de las cuestiones éticas y donde se preste más atención al fomento del comportamiento ético para asà precaverse contra la pérdida de integridad. El aumento de la transparencia en las operaciones de gobierno honesto y cristalino pone lÃmites a las conductas de los funcionarios, haciendo cumplir estos por medio de sanciones y del aumento del reconocimiento público, garantizando asà que los derechos de los ciudadanos se respeten de forma absoluta, justa y con igualdad.
Hay que reconocer que la transparencia es "una recién llegada" a la práctica democrática, aunque nadie puede dudar de la importancia que tiene el acceso a la información pública como condición fundamental para incrementar la calidad democrática, mejorar el servicio público, asà como la capacidad de control de la sociedad sobre la gestión pública. La transparencia es un elemento "facilitador" de todo gobierno democrático al permitir que cualquier ciudadano pueda acceder directamente a aquellos datos que le interesen particularmente y al propiciar la divulgación de la información que se encuentra en manos del gobierno. Además, la transparencia es necesaria para exigir cuentas a los gobernantes, por un lado, obligando a los servidores públicos a que respondan por lo que hacen y, por otro, influyendo en los ciudadanos para que sancionen las malas prácticas.
La democracia requiere que lo gubernamental sea transparente, con lo que se quiere decir que la información que debe estar a disposición de los ciudadanos es aquella que posibilita la evaluación del desempeño real del gobierno y sus representantes, a los que se debe exigir la rendición de cuentas para evaluar positiva o negativamente sus acciones. De ahà que un gobierno sea más democrático cuanta más información cierta y precisa esté dispuesto a entregar a la sociedad. Si hay transparencia, surgen rumbos alternativos, el cuestionamiento, mayor apego a la ley y, en especial, mayor cuidado en todo aquello que el gobierno dice y hace. Con este comportamiento y actitud un gobierno lograra la confianza del pueblo. La transparencia es un instrumento de control del poder. "Se espera que la transparencia cumpla un doble papel, por un lado, disuadir la mala conducta de los servidores públicos (por el temor de ser descubierto) y, segundo, proporcionar a los ciudadanos los medios para detectarla, atacarla y corregirla". Si la información es distorsionada se afecta directamente a la calidad democrática. Por ello, no se debe temer transparentar la información y rendir cuentas porque, de ese modo, se genera mayor credibilidad en la sociedad y se pueden tomar las decisiones más adecuadas dentro del marco mismo de la democracia. Se convierte en un valor fundamental para la ética pública. Alcanzar la máxima transparencia y el arraigo de la cultura de la rendición de cuentas en los diversos estamentos y niveles del gobierno es una cuestión de conciencia y compromiso con los valores éticos y sociales pues, sin transparencia, sin acceso a la información y sin rendición de cuentas no hay democracia, no hay un correcto ejercicio del poder, no hay un adecuado desempeño del servicio público, no hay ética pública.
La difusión de los actos de un gobierno no es una concesión de los mismos sino, más bien, un derecho legÃtimo de la sociedad de conocer y evaluar el desempeño de sus servidores públicos, quienes manejan recursos públicos, por lo tanto, estamos hablando de una obligación ineludible del poder polÃtico. La transparencia debe ser respetada y reconocida por todos, debe transformarse en parte sustancial de todo gobierno. No pueden permitirse situaciones excepcionales porque se manejan recursos de la sociedad, de los trabajadores, por lo que necesariamente debe haber acceso a la información. Es un derecho que está por encima de los intereses particulares: se deben hacer públicos los asuntos públicos, que la información esté abierta a todos, sea verificable, incluyente y que se emplee con responsabilidad.
El tradicional secreto administrativo basado en una actitud paternalista de los entes públicos, que consideraban menores de edad a los gobernados, cambia radicalmente con la implementación de una polÃtica de transparencia y contribuye a combatir la corrupción, profundiza la confianza ciudadana en sus autoridades polÃticas y promueve la eficiencia en los servicios públicos. Por ello decimos que la ética pública es un mecanismo de control de las arbitrariedades y antivalores aplicados en el uso del poder público. La ética pública se convierte en un factor esencial para la generación y el mantenimiento de la confianza en la administración y sus instituciones. Una gestión pública que se desarrolla con transparencia permite a un Gobierno ganar, recuperar o fortalecer su legitimidad ante la población. "La transparencia en el actuar de un hombre harán de este grande, solvente y ético"
Los gobiernos que quieran ser considerados como justos deben tener individuos Ãntegros, y es justamente aquà donde entra la ética al tener en sus manos la selección y formación de servidores públicos que actúen con responsabilidad y eficiencia. La ética en la administración pública pone en juego todo un conjunto de valores para ofrecer servicios de calidad a la comunidad. La transparencia es un requisito para conseguir la confianza de un pueblo en los gobernantes.
(*) Ingeniero