Del dicho legal al hecho informal

Hasta cierto tiempo atrás, los sectores formales del comercio y la industria se esforzaban por cumplir ciertas normas que regían en el sistema de apropiación legal para el funcionamiento de cualquier negocio. Lo que implicaba el pago de algunos derechos, compromiso implícito de reconocer la tributación a la renta de impuestos y a la alcaldía, aparte de otras regulaciones que según el dicho, marcaban el sello de "empresa legalmente establecida" y por lo mismo vigilada celosamente en el cumplimiento de normas muy rígidas para los comercios "disciplinados", pero con amplitud incomprensible de admitir la ilegalidad en los negocios hechos por la informalidad.

Por alguna conveniencia de ubicación comercial con mayores ventajas, si bien el contrabando sigue ingresando por la extensa frontera de Oruro, con Chile, el Perú, Argentina y parte de Brasil, los distribuidores han tomado posesión en otras áreas de nuestra geografía, de modo que se descarga mucha mercadería en Santa Cruz, una zona comercial de la ciudad de La Paz se especializa en el movimiento de mercadería traída directamente de China, mientras que en El Alto se combina el contrabando y los productos asiáticos.

El dicho legal revela que se han producido cambios sustanciales en lo que corresponde a la vigencia de negocios, los que estarían disminuyendo en la medida que más obligaciones ajustan el cinturón de los legalmente establecidos que en algunos casos han optado por pasar de la inequitativa situación legal al abierto mercado de la economía informal, más rendidora y con menos injusticia.

El hecho informal es patético, el comercio ilegal ha crecido desmesuradamente mientras que en registros de legalización de licencias de funcionamiento legal, como se observó en Fundempresa, sólo un 37 por ciento de empresas inscritas renovaron sus matrículas en una clara muestra de rechazo a las medidas que ejercen los organismos tributarios y que colocan a los pequeños productores y medianos comerciantes, ante la disyuntiva de sobrevivir en el cómodo negocio informal, sin las complicaciones de una forzada legalidad que implica admitir posiciones inequitativas en materia tributaria y de complicado cumplimiento cuando se pretende digitalizar un sistema que todavía no está debidamente asimilado por la mayoría de contribuyentes. En el lado informal, los comerciantes pagan pero se trata de impuestos mínimos por sitio y por día de trabajo.

En las capitales de departamento, la sobrevivencia social es prioridad, de ahí que frente a obligaciones inadecuadas para captar a una mayoría tributaria, lo que sucede es que burocracia en trámites y obligaciones futuras, facilitan el tránsito de pequeños industriales, especialmente textiles y de comerciantes en variedad de productos, incluyendo los comestibles, al registro de legalidad temporal, sin mayores compromisos de legalidad formal.

Hay mucho que hacer en ésta materia, y tal parece que el enorme contingente de la economía informal está ganando espacios, por la necesidad de trabajar y mantener familias que en el hecho formal no podrían sostenerse.