Muchos agarrados de las rejas se ahogaban en llanto reclamando a gritos: "mamá" "papá". Eran niños preescolares. Si tenÃan suerte, encontraban a uno de sus hermanos, sino se quedaban allà tan solos, aterrorizados y confundidos, que se orinaban en sus pantalones.
Una pequeña lloraba tanto que acabó vomitando. Incluso, un niño de diez años con el SÃndrome de Down fue llevado allÃ.
Ellos, en tanto, huyen corriendo entre los sembradÃos, solos o con sus familiares. Los que son atrapados, son detenidos y procesados como si fueran delincuentes, que no lo son. Y luego, un juez decide si son deportados. Esta es la prueba que, el gobierno estadounidense criminaliza a los inmigrantes.
Como la ley no permite que menores sean detenidos, la Administración Trump aplicó la polÃtica de "tolerancia cero". No asà el gobierno de Obama ni de Bush.
Según el Departamento de Seguridad Nacional, entre el 5 de mayo al 19 de junio de este año, 2.342 hijos de ilegales fueron separados de sus padres.
Dicha cruel polÃtica dio lugar a que sean llevados a centros de detención en 16 estados donde están aún más distanciados de sus progenitores.
Llegan a aquellos centros donde no entienden el idioma, no conocen a nadie y se les asigna una colchoneta de color verde donde duermen vestidos en el piso. Muertos de frÃo, se tapan con una frazada de color metálico y observan a otros niños cambiar los pañales a niños más pequeños.
Se quedan allà sollozando y tratando de dormir en medio de un coro de llantos de sus pequeños compañeros de encierro. Al dÃa siguiente hacen fila para ser alimentados.
Lo escalofriante es que no solo los niños ignoran donde se encuentran sus padres, sino que tampoco los papás saben dónde están sus hijos.
Dicho escenario dantesco me recuerda cuando los nazis, antes de mandar a las madres judÃas a las cámaras de gas, arrancaban de sus brazos a sus hijos. Los que eran blancos y rubios, eran entregados a familias alemanas para su adopción y pasar por arios.
La condición humana, por naturaleza, tiende a buscar mejores condiciones de vida. Y está en todo su derecho de migrar. Y la globalización, ha coadyuvado.
Miles de latinos, principalmente centroamericanos, piden asilo a Estados Unidos, pero a la mayorÃa le es negado. Por tanto, optan por la ilegalidad.
Estados Unidos es, sin duda, el paÃs de las oportunidades. El que trabaja, gana lo suficiente para poder tener un nivel de vida aceptable.
El presidente de dicho paÃs carece de empatÃa. Pretende manejar a su paÃs como si fuera su empresa. En su corta gestión ha tomado una cadena de malas decisiones. Esta, sin embargo, es la peor porque mostró su inhumanidad.
Trump es racista y xenófobo. Siempre ha sido. Su abuelo paterno llegó a Estados Unidos como inmigrante donde construyó una casa. El primer piso hacÃa de bar y el segundo de prostÃbulo.
Su padre, experto en bienes raÃces, hizo una fortuna al borde de la legalidad. Y Donald, heredó el negocio.
Cuando alquilaba sus departamentos, sus secretarias se aseguraban que no fuera a hispanos ni a afroamericanos. Al verlos, escribÃan en la solicitud la letra C que significaba color y eran rechazados. Aquella discriminación, lo llevó a la Corte.
El actual presidente, ha rechazado públicamente a los inmigrantes. No pierde ocasión para insultar a los mexicanos.
El presidente electo López Obrador afirmó: "Estamos en contra del muro, es una ofensa". Respecto a su relación con Trump, declaró que ambos acordaron buscar "una relación de amistad y cooperación".
Un muro será inútil ya que los inmigrantes son más astutos de lo que Trump se imagina, a pesar de echarles los lobos encima. �l dice que cumple con la ley.
La repetitiva retórica antiinmigrante de Trump, tiene hartos a los inmigrantes y a los ciudadanos pensantes, asà como su slogan Make America Great Again.
Estados Unidos siempre ha sido un gran paÃs. La polÃtica aplicada por Washington, no es la cara del pueblo estadounidense. Este se caracteriza por ser trabajador, respetuoso de las libertades ciudadanas, de las leyes y defensor de los valores democráticos.
La "tolerancia cero" ha sido criticada por autoridades del mundo, aunque no lo suficiente. Según el derecho estadounidense y el internacional, es una violación a los Derechos Humanos. Y ante tanta presión, Washington decidió revertirla.
Dicha polÃtica ha sido una suerte de estrategia de negociación para presionar a que los demócratas aprueben en desembolso de $us 25.000 millones para la construcción del absurdo muro.
Laura Bush publicó un artÃculo en el Washington Post que dice que lo sucedido es "cruel e inmoral". Lo comparó a cuando Estados Unidos, durante la Segunda Guerra, internó a japoneses en campos. Según la ex primera dama, fue "uno de los episodios más vergonzosos de la historia de su paÃs".
Cuando dicha guerra, el gobierno estadounidense internó en campos de concentración a cerca de 120.000 personas entre italianos y alemanes, pero en su mayorÃa japoneses, que tenÃan la ciudadanÃa de ese paÃs.
Los estadounidenses olvidan el gran aporte que han realizado los inmigrantes a su paÃs. No sólo forjaron una nación multirracial y multicultural enriquecedora, sino que, con su trabajo, ayudaron a desarrollar un paÃs, ahora el más poderoso de la tierra.
Incluso los afroamericanos, que fueron traficados de la forma más abominable, han dado grandes victorias en los deportes y las artes, poniendo en alto la imagen del paÃs.
En el pasado las visas no eran necesarias para entrar a Estados Unidos. Cualquiera podÃa cruzar la frontera sin documentos. Aquello era considerado una violación menor de la ley.
Ellis Island, donde erige la Estatua de la Libertad, fue emblemática para los inmigrantes que llegaron en barcos desde Europa. Representa la libertad y emancipación contra la opresión. Dicha estatua era lo primero que divisaban al llegar cargados de ilusiones y desafÃos. Listos para trabajar en lo que se pueda. Era el Ãcono de bienvenida al nuevo mundo. Hoy es una utopÃa.
Al dÃa llegaban entre tres y cinco mil personas en barcos que venÃan principalmente de Europa huyendo de las hambrunas, el desempleo y las guerras. Hoy cien millones de estadounidenses descienden de aquellos que llegaron.
Actualmente la población inmigrante legal e ilegal llega a casi 43.7 millones. La primera mayorÃa son hispanos (cuyo mayor porcentaje son mexicanos) y la segunda asiáticos, en un paÃs de 325.7 millones de habitantes. Prueba clara es que el español es considerado el segundo idioma.
Según el Centro de Estudios de Migración, el número de indocumentados en Estados Unidos el 2016, era de 10,8 millones.
Los ilegales, que son tan vulnerables como los que viven en la pobreza, siempre han realizado los trabajos más duros como cosechar la siembra bajo un calor asfixiante; limpiar baños y recoger la basura; manejar un camión o un taxi durante horas; o descuartizar animales para vender la carne. Y por esto reciben salarios más bajos que los nativos a pesar de ser igualmente calificados. Su trabajo mal pagado, ha enriquecido a muchos ciudadanos de ese paÃs.
Un estudio del Instituto sobre PolÃtica Fiscal y Económica, afirma que los inmigrantes indocumentados pagan en impuestos el 8 % de sus ingresos. Un hogar de indocumentados promedio, paga cerca de $us 10 mil al año en impuestos que incrementan el presupuesto público.
Según el codirector de polÃtica migratoria de la universidad de Stanford, Jens Heinmueller, el 40 % de las 500 empresas como Apple, Google y otras, han sido fundadas por inmigrantes o sus hijos.
Un caso notable es el del empresario boliviano Marcelo Claure, de 48 años. Según Wikipedia, fundó su empresa de venta de celulares Brightstar Corporation con presencia en 50 paÃses de seis continentes. Hoy es el CEO de Sprint Corporation, cuyas oficinas se encuentran hasta en el último rincón del paÃs del norte.
La inmigración, sin embargo, va a continuar, aunque Washington construya el muro que serÃa una vergüenza.
A muchos estadounidenses les incomodan los inmigrantes en gran parte porque son de otras razas, les quitan sus fuentes de trabajo y hacen que bajen los salarios.
El hecho es que la "tolerancia cero" es un tema condenable que aún no está resuelto y traerá consecuencias.
Lo primordial es que las autoridades entreguen de forma inmediata los niños a sus padres. Un juez federal exigió que el pasado 10 de julio el gobierno devuelva a los niños menores de 5 años, pero sólo entregó a 63 y la mayorÃa sigue en custodia.
El juez ha dado un plazo hasta el 26 de este mes de julio, para que todos los niños se reúnan con sus familias.
Es posible que la actual administración presione al Congreso para que suscriban leyes migratorias más severas.
Lo fundamental, sin embargo, es que se promulgue una ley que prohÃba que las familias de los ilegales sean separadas.
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