La obsesión del gobierno por la amenaza "terrorista" del predicador Fethullah Gülen, lÃder de una cofradÃa islámica con miles de seguidores en TurquÃa al que Ankara atribuye el golpe, causó el despido de más de 130.000 funcionarios, mientras que otras 50.000 personas permanecen en prisión preventiva.
A dÃa de hoy aún continúan numerosos procesos judiciales contra militares acusados de golpismo.
Solo esta semana 84 personas, en su mayorÃa exmilitares, fueron condenadas a cadena perpetua por los acontecimientos de aquella noche (del 15 al 16 de julio de 2016), en la que murieron 248 personas y otras 2.200 resultaron heridas.
El gobierno del partido islamista AKP, fundado y controlado por Erdogan, ha organizado este año actos conmemorativos en todas las 81 provincias, con especial foco sobre Ankara y Estambul, donde aparecerán familiares de los fallecidos en el golpe.
El propio Gülen, que vive en Pensilvania (EEUU), ha condenado una y otra vez el alzamiento militar y niega su implicación.
Todo indica que el golpe "no fue impedido y sus resultados fueron usados en beneficio del gobierno", agrega.
La oposición al gubernamental partido islamista AKP, asà como organizaciones defensoras de los derechos humanos e instituciones europeas, han criticado ferozmente las acciones del gobierno bajo el Estado de emergencia.
"El intento de golpe iba contra la democracia. Lo que más necesitaba el paÃs es normalidad y democracia, pero el Estado de emergencia se ha convertido en un sistema permanente", señala a Efe Seyit Torun, vicepresidente del principal partido opositor, el socialdemócrata CHP.
Para el próximo 18 de julio está previsto que se levante el estado de emergencia.
Al mismo tiempo, el nuevo gobierno, controlado ahora oficialmente por el presidente Erdogan, pretende adoptar en su lugar un paquete de leyes antiterroristas, con lo que el estado de emergencia "se convertirá en un sistema permanente", advierte Torun.
Es que tras su victoria electoral del pasado 24 de junio, Erdogan gobierna ahora con plenos poderes ejecutivos, junto a un Parlamento debilitado institucionalmente y controlado por una coalición formada por el AKP y el partido ultranacionalista MHP.
AsÃ, Erdogan, el presidente más popular y al mismo tiempo más polarizador de la TurquÃa contemporánea, es el lÃder turco más poderoso desde que Mustafa Kemal "Atatürk" fundara la República turca en 1923.
En los últimos dÃas se han ido revelando algunos cambios en el marco del nuevo sistema mediante decretos presidenciales, como la elección directa de altos cargos de las Fuerzas Armadas o del presidente del Banco Central.
El nombramiento del yerno presidencial ha añadido incertidumbre y los mercados se preguntan cuál será el margen de independencia que tendrán los nuevos cargos nombrados por el jefe del Estado.
De hecho, la agencia de calificación de riesgos Fitch bajó este viernes la nota de solvencia de TurquÃa a "BB", alegando dudas sobre la independencia del Banco Central tras el nombramiento de Albayrak.
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