Urge alianza estratégica para desarrollar el Occidente

Las regiones eternamente postergadas como Oruro y Potosí, pese a las dificultades que afrontan, siguen siendo las principales aportantes a la economía nacional, puesto que los ingresos que genera el pago de las regalías mineras, la generación de empleos en las minas y otros por la exportación de minerales, mantienen la economía del Estado Plurinacional, sin recibir nada a cambio.

Los reclamos de ambas regiones son constantes, pero las autoridades nacionales del sector minero prefieren ignorar y están encandilados con los supuestos "grandes proyectos" como el caso del litio, donde realizan grandes inversiones con muy poco o ningún rédito, puesto que, la Universidad Técnica de Oruro (UTO) ha demostrado de forma práctica y con el aval técnico y científico, que el mismo proceso de producción para la industrialización del litio podría realizarlo en tiempo record - por así decirlo- reduciendo al mínimo las horas que ahora emplean para las operaciones en Uyuni.

Si las autoridades nacionales no asumen con responsabilidad esa iniciativa de producir litio en menor tiempo y con ventajas comparativas con relación a los países vecinos, seguiremos postergados, como hizo mención el científico de la Universidad Técnica de Oruro, Antonio Salas Casado, al hacer conocer al rector de la Casa de Estudios Superiores que en los laboratorios de la Facultad Nacional de Ingeniería (FNI) están listos para completar el proceso de recuperación del litio industrial en seis horas. Ese anuncio es de gran valía, porque será una verdadera contribución al desarrollo científico y tecnológico en la producción e industrialización de la minería no metálica.

Asumir el desafío es lo importante, más todavía si se quiere generar mayores ingresos para el país por la explotación del litio y la ejecución de otros proyectos mineros, para la explotación racional de nuestros recursos no renovables, que constituyen la base de la economía nacional, aunque exista la bonanza del petróleo que ha sido sembrada con los recursos económicos generados por la minería durante siglos y que nunca se retribuyó pese a las urgentes necesidades de las regiones del occidente del país.

El compromiso del Presidente Evo Morales, está implícito, para desarrollar la minería en el país, pero la usencia de una política minera nacional, la falta de interés y motivación de las autoridades del área de minería y metalurgia del Estado Plurinacional, postergan indefinidamente las aspiraciones de los departamentos de Oruro y Potosí que desde antes de la creación de la República aportan al sostenimiento de la economía nacional, llegando a financiar la exploración y explotación petrolera que permitió el acelerado crecimiento del Oriente boliviano.

Las inversiones para el desarrollo de la minería son mínimas y resultan irrisorias con relación a países vecinos, donde sus gobernantes apuestan por la gran minería como base y sostén de su economía, lo que no sucede con Bolivia, siendo país de tradición minera y donde se debería tener planes y proyectos de desarrollo minero para llegar a la diversificación productiva como alternativa para superar los niveles de pobreza y extrema pobreza que hay en las comunidades campesinas de los departamentos de Oruro y Potosí.

Si hay fuentes de producción, los pobladores tienen ingresos y si existe una mejora en su calidad de vida, ellos no tendrían que avasallar tierras para buscar lugares donde producir sus alimentos de subsistencia y, al contrario, estarían pensando en desarrollar industrias y proyectos que les permita aprovechar los recursos naturales no renovables, a partir de su diversificación que ahora resulta ser sólo una meta ideal pero muy lejana en Bolivia, porque continuaremos exportando materias primas y productos terminados.

Por esas razones, resulta importante la actitud que asuman las autoridades departamentales para seguir siendo regiones hermanas y preservar el espíritu de unidad que debe ser indisoluble, para tener un diálogo permanente que además les permita planificar y pensar con decisión en el futuro desarrollo del Occidente del país, para que Oruro y Potosí puedan llegar a cubrir las necesidades básicas insatisfechas y no quedarse como campamentos mineros, por falta de desarrollo y planificación de las autoridades del sector de minero del país.

En definitiva son los departamentos de Oruro y Potosí, a través de sus líderes empresariales, cívicos, laborales, universitarios y autoridades los que están obligados a buscar alternativas de solución a sus demandas y para ello bien se podría reactivar el Bloque del Sur, que además de Oruro y Potosí, podrían integrar Chuquisaca y Tarija, para construir un futuro mejor para las cuatro regiones olvidadas del país, para poder crecer y desarrollar y no ser la Bolivia postergada, mientras el Oriente crece y avanza a pasos gigantescos.

Oruro y Potosí se merecen un mejor destino y la decisión está en la actitud que asuman sus autoridades y líderes regionales para consolidar un bloque unitario en defensa de la minería, su desarrollo productivo y, lo que, es más, el crecimiento planificado y ordenado de ambas regiones, para afrontar los desafíos que plantea el cambio de la economía mundial y el desarrollo de grandes potencias para ingresar a esquemas de monopolio económico en base al aprovechamiento de sus materias primas y su territorialidad.

(*) Periodista