La derrota nunca es definitiva, la victoria jamás es definitiva
27 jun 2010
Por: Rodolfo Becerra de la Roca
Este pensamiento del célebre escritor lusitano, don José Saramago, que ha fallecido hace unos días dejando luminosas obras literarias, viene al dedo de nuestra trágica situación de encierro forzoso al que Chile nos ha sometido por su única razón, que es la fuerza. La frase completa es: “La derrota tiene algo de positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo de negativo, jamás es definitiva”.
Este axioma debemos aprender los bolivianos, para superar el humillante despojo que nos cercenó nuestro territorio marítimo, tan injusta para Bolivia como degradante para Chile; es un pensamiento que debe fortalecernos ante aquella acción de piratería en pleno siglo de las luces, sin que a ninguna de las naciones sudamericanas que pasivamente observaron el latrocinio, les hubiese provocado un gesto de solidaridad.
En efecto esa amputación terrible que nos encerró detrás del Ande no puede ser definitiva, porque atropelló los más elementales derechos de la soberanía de los pueblos; no puede ser que esta situación que continua manteniéndose por la fuerza sea eterna; no puede ser que la apropiación por la fuerza continúe alimentando la soberbia del usurpador y todavía nos desprecie; no puede ser que cuando se les reclama un puerto, respondan que no pueden ceder ni un milímetro de “su territorio”, cuando ellos no tuvieron empacho de tomar todo nuestro Litoral, con el único título de su ambición; en fin, no puede ser perpetuo el sometimiento a que nos condenó el que se cree eterno vencedor.
En la otra cara, también la victoria de la fuerza jamás puede ser definitiva, porque no está sustentada en la justicia; no puede ser perenne una victoria que altera la armónica convivencia de los pueblos, a pesar de las poses falaces de la diplomacia de los pueblos; jamás el imperio de la fuerza ha sido eterna, basta para comprobarlo la historia universal; no es permanente la victoria sustentada en la fuerza y la ambición en desmedro y asfixia de todo un pueblo; finalmente, ¿acaso es permitido que alguien atente al derecho, a la integridad y la libertad de otro?
Para que nuestra derrota tenga la dignidad del vencido en lucha desigual, debemos tener la convicción de nuestro derecho y trabajar minuto a minuto en la unidad y fortalecimiento de la nación y para eso hay que saber porqué y como fuimos avasallados, que es, lo que precisamente, no hacen los políticos y gobernantes, al extremo que los mismos militares, algunos, que debían ser los paladines de la reivindicación, concluyen que lo pasado debe olvidarse, craso error. Hay heridas que solamente van a desaparecer con la restauración de la justicia. Pero, hasta ahora lo que venimos haciendo es de claudicación en claudicación, es decir, haciendo lo contrario de lo que el interés nacional exige que se haga.
Se fomenta la ociosidad y la irresponsabilidad, la juventud no se educa en la escuela del civismo, no cultivamos la disciplina y el trabajo, ni siquiera conocemos la tragedia de nuestro encierro, en suma no fuimos consecuentes con la derrota para que ésta no sea definitiva, cuestiones que debíamos honrar desde el día siguiente de la derrota del Campo de la Alianza , para cumplir lo que dijo don Heliodoro Camacho después de la batalla: “nuestros hijos o los hijos de nuestros hijos nos devolverán el mar”. Pero no es tarde para enmendar los errores. Solamente hay que trabajar denodadamente, hay que practicar la honradez, el patriotismo y el culto del deber y si no es mañana, un día no lejano, Bolivia será respetada y sus derechos ya no serán conculcados.
Chile, por el “decoro y honor” de su nación no admitió la devolución de ninguna migaja de su botín, siendo que el único decoro y honra quedó para la altivez de Bolivia.
Hay pueblos dignos que han luchado por siglos para su redención, nunca se rindieron en el empeño, el pueblo boliviano es fuerte en la adversidad y sus esfuerzos convertirán la derrota en una victoria final. Sólo le hace falta conductores patriotas y visionarios, para que al fin nuestro pueblo respire el aire vivificador de la brisa marina y reciba directamente las corrientes civilizadoras del mundo.
(*) bdlarltd@hotmail.com
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