Jueves 12 de julio de 2018
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Estamos en la postrimerÃa de un mundial de fútbol que trajo desagradables sorpresas a los sudamericanos.
Si es cierto que ese deporte es, de una u otra manera, el reflejo de los paÃses en los que se practica, el hecho de que ninguna selección del subcontinente haya pasado a cuartos de final deberÃa dar pie a una reflexión colectiva.
PeroÂ? ¿Cómo se puede reflexionar cuando el nivel de discusión en nuestros paÃses es apenas superficial? Un claro ejemplo es Bolivia, cuya selección se encuentra en los niveles más bajos de la clasificación de la FIFA, donde, durante los primeros dÃas del mundial, la polémica se centró más en el estilo de narración de algunos relatores deportivos que en lo que estaba ocurriendo en Rusia.
Y, para ser autocrÃticos, al público boliviano no le faltaba razón para quejarse porque, después de todo, la mayorÃa de los periodistas deportivos que relatan los partidos se limitan a acompañar las acciones con comentarios intrascendentes.
Si una de las funciones del periodismo es educar, los relatores de partidos deberÃan aprovechar el inmenso público que tienen para difundir datos como, por ejemplo, la actualidad de los paÃses intervinientes, idioma, extensión, sus sistemas de gobiernoÂ? en finÂ? todo aquel que busque encontrará abundante información para transmitir.
A mà me llamó la atención, por ejemplo, que el Reino Unido no tenga una selección como tal y que solo esté representada por la selección de Inglaterra que es apenas una de sus cuatro naciones constituyentes (Las otras son Escocia, Gales e Irlanda del Norte). Para saberlo, tuve que recurrir a mis contactos en Facebook ya que ningún periodista deportivo habló del asunto.
Francia también es un fenómeno digno de análisis. Al igual que la selección que ganó el mundial de 1998, la de este año es una muestra de la diversidad étnica de un paÃs al que solemos imaginar como un territorio de rubios de piel clara. Los que revolucionaron el fútbol francés, y lograron lo que Napoleón no pudo, son descendientes de africanos, árabes y caribeños. Se trata de un hecho para reflexionar sobre los beneficios de las migraciones, hoy combatidas criminalmente por Donald Trump, pero los "deportólogos" tampoco hablan de eso.