¡No paramos de rodar por la escabrosa pendiente! No es bueno ver las cosas por el lado tétrico; pero es difícil ver de otra manera si las condiciones no son precisamente para sonreír. "Fácil es alegrarse en la prosperidad -dice un moralista-, pero es realmente varonil aquel que sonríe en el infortunio". El optimista dice: sí, es posible, hagámoslo. El pesimista: no, no es posible. La suma de las actitudes individuales hace la psicología del colectivo, y suele reflejarse en la expresión facial del mandatario. Fíjese qué cara tiene el presidente, esa misma es la del país que gobierna.
Lo que sigue, son comentarios de algunas las cosas de estos días.
El vicepresidente dijo: Se trata de algo rutinario, sin mayor trascendencia. Trabaja mucho y es necesario un examen frecuente de su salud. Ya estará pronto en su despacho presidencial. Pero como a regañadientes, de a poco, fue completándose la verdad. Era un "pequeño tumor" en la garganta, por eso se internó tres días en un nosocomio atendido por cubanos. Después, casi en seguida, se le vio con una estampa no muy halagüeña que digamos; el indumento oscuro con que estaba arropado acentuaba su delgadez física y su aspecto sombrío. Hasta su sonrisa parecía triste.
Como en las encuestas va cerca del candidato apócrifo, los escuderos de Palacio resolvieron "demoler su imagen"; eso al menos dice el propio damnificado, Carlos Mesa. Por lo visto, la guerra limpia o sucia; más sucia que limpia, ha empezado. Los oficialistas renovaron sus escobas judiciales y están en plena tarea de barrer. En la trayectoria de Mesa hay dos tiempos diferentes: aquel que era antes y el que es ahora. Su fulgurante trayectoria de ayer se cambió por una cuestionable vanagloria política. No debía ingresar nunca a ese infame lodazal; de ahí nadie sale sin mancharse. Es que la estructura ética de un intelectual es distinta a la del "animal político" o del político animal. "Si el Gran Tribuno no hubiera cometido la chambonada de ser presidente -dice Medinaceli de Mariano Baptista Caserta- habría conservado su rango de alta cumbre en la esfera de la elocuencia". Mutatis mutandis, eso mismo cabría decir de Carlos Mesa.
En tiempos ya electorales, hasta la corrupción es un arma formidable. Unos diestros llamados "procuradores" hicieron que Bolivia desembolse la bonita suma de 42 millones y pico en favor de unos estafadores chilenos que le metieron juicio ante el tribunal de Ciade. Da miedo entrar a esa truculenta maraña de robo, traición y mentira, llamada Quiborax. Pero es de notar que el monto a robar fue creciendo en proporción inversa a la tontería o la corrupción de los funcionarios mencionados. Al principio los timadores sólo exigieron tres millones, luego subió a 27 y finalmente se pagó -con una agilidad increíble- los 42 millones. Mesa en su defensa dijo que el gobierno quiere que él cargue con el "burro muerto". Tan oneroso resultó el tal burro que, sin embargo, sirve para enjuiciar al expresidente, y tener un competidor menos en las elecciones de 2019.
(*) Escritor, miembro de PEN Bolivia
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