El balance de movimiento económico nacional del primer semestre ni está en el nivel más óptimo que se piensa, pero tampoco está en el borde crítico, al que puede llegar si no se adoptan medidas concretas para disminuir el déficit fiscal, con una estrategia que priorice el gasto público, moderadamente y sobre todo en función de necesidades sociales que demanda la gran mayoría de la población
Como ya transcurren días del mes que marca el segundo semestre al año, bien vale la pena hacer un balance de lo que fue el primero, entendiendo que según el lente con que se observe el tema, el resultado tiene matices especiales en función a opiniones sobre el desempeño económico del país.
Según la proyección gubernamental la economía nacional es alentadora y apunta a lograr el 4,7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) para este año, impulsada especialmente por el consumo interno, añadiéndose el temperamento de que al confirmarse esa tasa de crecimiento, Bolivia seguiría entre las de mejor situación de la región.
Sin embargo en criterio de expertos en la materia, se observa varios desequilibrios en el nivel superior del sistema financiero mencionando el alto déficit fiscal, mantener el rezago cambiario, un aumento en los rubros de la deuda pública interna y externa y la relación de precios vigentes, frente a la desleal competencia que produce el intenso comercio legal e ilegal (contrabando) proveniente de Argentina, Chile y Perú, incluyendo cierta corriente que se siente en la zona oriental por la proximidad con el Brasil.
Las opiniones son diversas, pues en nivel oficial se mencionan resultados positivos del modelo económico social comunitario productivo (Mescp) que genera una redistribución equitativa de la riqueza lograda en el país, lo que incide en el crecimiento de la clase media, sector que mueve con mucha fuerza el movimiento económico nacional que incide en el crecimiento del PIB.
En otro sector que se considera como parte importante al medir las condiciones de crecimiento económico, se toma en cuenta el rubro de la construcción que resulta el de mayor referencia sobre el impacto social del país, considerando que es el de mayor relación con el sistema financiero, pero al mismo tiempo es el que mueve la mayor cantidad de empleos directos e indirectos, y que últimamente acusa algunas restricciones que por supuesto han disminuido las expectativas del sector.
Cuando se habla de salarios, en el frente oficial se asegura que la escala del aumento salarial es factor importante para enfrentar la pobreza y el efecto de ese movimiento económico llega a la mayoría de esa clase media boliviana que hace 12 años era algo más del 30 por ciento de la población y en la actualidad está bordeando el 60 por ciento del sector considerado como el que mayormente produce movimiento económico, aunque en criterio de los expertos se trata todavía de un conjunto ciudadano vulnerable a los vaivenes de la economía en general.
Como no todo puede mantenerse bajo conceptos de optimismo y entusiasmo, al tratarse de un asunto tan delicado como el económico, es que los profesionales de la materia, incluyendo algunos oficialistas, coinciden en la necesidad de actuar con mesura, con muchas previsiones, especialmente en el gasto público, se hace imprescindible reducir el déficit fiscal y armonizar las políticas públicas sociales para reforzar los ítems que son reclamados y que están en los planes de salud y educación.
El balance de movimiento económico nacional del primer semestre ni está en el nivel más óptimo que se piensa, pero tampoco está en el borde crítico, al que puede llegar si no se adoptan medidas concretas para disminuir el déficit fiscal, con una estrategia que priorice el gasto público, moderadamente y sobre todo en función de necesidades sociales que demanda la gran mayoría de la población.
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