Por lo tanto, la realidad como tal no es una ciencia exacta, cuando la misma sólo nos llega a partir de la información. Hasta que no la palpemos, podemos ser vÃctimas de lo que creamos o peor aún, de lo que querramos creer sin tener la más mÃnima posibilidad de siquiera acercarnos en algo a la realidad.
La polÃtica generalmente puede ser la que peores jugadas nos haga si deseamos estar cerca de la realidad. Es casi una máxima para quienes abrazan la carrera de Demóstenes el saber crear uno o varios (Mejor si son muchos) universos paralelos donde lo que es bueno para unos es malo para otros y viceversa.
Y los niveles de maldad o bondad de los hechos que componen la realidad varÃan, es por eso de la necesidad de crear dichos universos, con diferentes niveles dependiendo del público al que se dirigen, de las circunstancias en las que se dirigen y de las razones por las que lo hacen. En todo caso sea lo que fuere, hay realidades para todos los gustos y divergencias.
De todos modos, existe una parte filosófica en nuestra mente, llamada "lógica", que es la base única, la razón de nuestra existencia y la que sabiamente nos dice lo que es verdad y lo que da razón a la duda por lo bajo.
Justamente esa es la parte que creen los polÃticos que los diferencia del resto de los mortales. Ellos piensan que son lon únicos que gozan del beneficio que da pensar, sentir y creer con lógica. Asumen que sólo los iluminados que están en el poder son capaces de darse cuenta de la realidad, que el resto carece de esa facultad y los divide en dos grandes grupos.
Por un lado, están los corderos que pertenecen a sus filas, y que su credencial de militante es el único cerebro que tienen y que necesitan además. No solamente son capaces de absorver cualquier intento de disfraz de la realidad sino que además la repiten militantemente, con una capacidad megafónica increible y con el temple de defender hasta lo indefendible.
Por alguna razón algo difÃcil de entender, el polÃtico siempre alinea a este tipo de militante con un denominativo y por ende con un estrato social. A este fiel y obediente seguidor lo denomina "pueblo" y por ese simple hecho lo ubica en el estrato más pobre de la sociedad, le tiene lástima, le tiene compasión y para terminar de adornarlo le hace creer que todo lo que hace, que todo su trabajo y todo su esfuerzo es solamente para que el salga de esa miseria y sea feliz. Lo que no le dice es cuándo dejará de ser pueblo claro está.
El otro grupo de gente se llama oposición, y al parecer, ese simple hecho le basta para no ser parte del pueblo, de ninguna manera, ellos no tienen tal virtud.
Por eso es que debemos acudir a la lógica, puesto que sin ella, divagamos permanentemente entre una versión y la otra sin lograr enfocarnos en la absoluta verdad.
Como dijo un diputado del MAS respecto a la interpelación que estaban preparando los miembros de su bancada contra los dos representantes del gobierno, dejó en claro un resultado que no ameritaba mucho análisis tampoco. Ambos van a salir aplaudidos como es costumbre dijo, ufanándose y mofándose de una acción que en un sistema democrático maduro y equitativo y con un Poder Legislativo independiente, deberÃa poner a temblar a cualquiera que pueda ser cuestionado en ese ámbito, ya que una censura, significarÃa automáticamente la obligación moral de renunciar a su cargo y seguramente una acción legal, en el caso de que se hayan cometido irregularidades de orden administrativo o penal.
Pero ambos salieron del hemiciclo tan aplaudidos como en su momento lo fueron Nemesia Achacollo, o Carlos Romero o Juan Ramón Quintana, pavoneando su poder y pisoteando la integridad de quienes están en el Congreso por simple afinidad partidaria pero que desconocen por completo, sus responsabilidades con el Estado y mucho más con quienes los eligieron para que los representen.
No creo que exista un solo aspirante a ingresar a la Facultad de Derecho al que se le pregunte si estando en condición de litigante, quien lo acusa presenta un documento falso y además reconoce su falsedad, sea capaz de ganarle algo con algún otro argumento.
Si no existió (Lo que a claras luces se nota) una intención directa de afectar a Carlos Mesa, a costa de los erarios del Estado, entregando semejante cantidad de dinero a quien bajo ningún argumento los podÃa haber ganado, los abogados de la ProcuradurÃa General de Estado, son tan, pero tan malos, que sólo podrÃan ser abogados en algún universo paralelo donde la realidad supere a la ficción.
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