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Domingo 01 de julio de 2018

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Cultural El Duende

Zoología fantástica

01 jul 2018

Fuente: María S. Quiroga Trigo

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EL MONSTRUO ARENISCA

Este extraño ser, mitad hombre y mitad desierto, es nómada. Habita cualquier espacio lo suficientemente extenso para contenerlo.

La parte superior es la de un hombre robusto y barbado, y del ombligo hacia abajo se dispersa en innumerables arenas que lo hacen vastísimo.

Algunos autores refieren que es ciego a causa de las continuas tormentas de arena, otros le atribuyen el uso de una escafandra para proteger sus ojos, y otros ríen ante tamaña ingenuidad, señalando la enorme distancia que media entre la parte superior de la cabeza de este ser y su cuerpo de arena (dos o tres kilómetros, como mínimo) lo cual lo libraría del peligro del enceguecimiento.

Pese a sus dimensiones colosales, el hombre arenisca ha sido avistado en contadas ocasiones, debido probablemente a su inveterado nomadismo que lo hace desplazarse con la rapidez del viento sobre la arena.

EL ASTRÁGALO A LE?A

Se ignora el origen de su nombre, aunque probablemente se deba a su forma de anillo y a su rara costumbre de abrazarse a las columnas. Se alimenta exclusivamente con leña verde, que consume con gran voracidad. Al anochecer, del centro de su cuerpo anular surge una débil llama amarillenta que permanece brillando hasta el amanecer.

En la antigüedad era frecuente observarlo surcando el Mediterráneo con su pequeña llama desafiante. En el siglo VI a.C. se lo vio por última vez. Al parecer se aventuró en el Ponto Euxino donde una tormenta logró volcarlo y mojar la mecha. Se dice que, desconsolado, permaneció abrazado a la columna de un templo durante todo el invierno sin probar un bocado de leña, hasta que se consumió por completo.

EL DACTILO CARCAJ

Es un carcaj con doce dedos a manera de flechas. Las flechas se disparan contra un blanco móvil y, en su ausencia, contra lo que se encuentre al frente, cada dieciocho horas. El sonido de la flauta dulce contribuye al incesante crecimiento de nuevos dedos, mientras que el eco actúa como freno, permitiendo que se estabilicen en doce.

El disparo de flechas no es un movimiento voluntario, se trata, más bien, de un reflejo que responde a la profunda necesidad de comunicación del dáctilo carcaj.

Cuando percibe la presencia de un animal o de un ser humano, se activa el mecanismo que dispara las flechas. Es importante aclarar que las flechas no hieren, algunos testigos aseguran que generan una sensación de calor más bien agradable, que se disipa al cabo de unos minutos.

El dáctilo carcaj es extremadamente sensible. En una ocasión en que uno de los dedos-flecha pareció herir a un hombre, se castigó a sí mismo recluyéndose en un baño público y disparando las flechas contra su imagen reflejada en el espejo.

LA MUJER ARMARIO

La mujer armario es una criatura sumamente práctica. Su gracioso cuerpo cuenta con doce cajoncitos muy bien distribuidos. Congruente con su conformación física, posee un amable espíritu de servicio que la lleva a introducirse subrepticiamente en las habitaciones para permanecer horas y horas inmóvil entre mesas y sillas. Así, es frecuente que un ama de casa atareada o un estudiante distraído abra uno de los cajoncitos para guardar un carrete de hilo o la carta que acaba de recibir. Y así también ocurre que la mujer armario, respondiendo a su naturaleza voluble, sale de la casa y se echa a andar hacia los bosques o detrás de un carrito de helados, y deja a uno y otro sin sus valiosos objetos.

Su larga cabellera oculta su verdadera identidad y le confiere un aspecto algo vulgar, pero basta que se recoja el pelo o se ría, para revelar su talento. El estremecimiento de la risa hace que los cajoncitos se abran aunque nadie desee depositar nada en ellos.

La mitología griega la presenta como asistente de las musas, a quienes presta una apreciable ayuda al brindarles un espacio seguro para depositar sus ideas, en tanto aparezca alguien susceptible de inspirarse. Carreño a menciona como ejemplo del espíritu servicial que debe tener toda dama que se precie de tal; y un famoso banquero la reconoce como pionera de las cajas de seguridad.

María S. Quiroga Trigo. Chile, 1957.

Escritora y socióloga,

de nacionalidad boliviana.

Fuente: María S. Quiroga Trigo
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