Una visita, una caminata y un grato recuerdo dominical

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Una añoranza pasó por la mente, inmediatamente los recuerdos se apoderaron de las fibras más íntimas del ser para transportarnos imaginariamente a un espacio del tiempo, cuya tradición se mantiene pese al paso indiscutible de la vida que transforman las épocas, pero no así las creencias.

Era un domingo de enero, la época perfecta para poner de manifiesto una caminata que visitaría una tradición orureña conocida popularmente y desde hace un par de siglos como "El Calvario". Es una cita dominical en la que la familia tiene la oportunidad de una distracción diferente que solo se da entre los meses de noviembre hasta febrero o marzo, según la fecha del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, varíe.

El ruido producido por la agitación de bidones en cuyo interior están unas fichas de sorteo, se convierte en la sinfonía perfecta para estar en aquel sitio. Tortas, dulces, peluches, miniaturas, estatuillas u objetos de cerámica, son cotizados en estos sorteos, cuya fortuna solo se plasmará si ese día se tuvo la suerte de tenerla.

Aquel paseo que puede durar más de un par de horas se completa con juegos de azar, futbolines, pequeños recorridos en circuitos trazados exclusivamente para la ocasión, mediante autos pequeños a pedal o con motor, cuyos principales beneficiarios de la diversión, son niños.

En fin, nada puede terminar sin degustar los manjares más deliciosos de la gastronomía orureña, como son los anticuchos, los chorizos, el helado de canela, el riquísimo api, los "sándwiches de chola" y para despedirse golosinas, como los tostados en una variedad impresionante.

Pero, el sentido verdadero del Calvario, es la ilusión de hacer realidad un deseo. Es decir, se compra un objeto preciado, una casa, un vehículo, incluso títulos universitarios, como una especie de ofrenda hacia la Virgen del Socavón, que posteriormente esa miniatura es bendecida para que en un tiempo no muy lejano se pueda hacer realidad, en función a la fe que se tenga.

El Calvario no es de época reciente, sino se tiene datos que su procedencia data de por lo menos dos siglos. Se realizaba en la cima del cerro Pie de Gallo, tras la parte superior Oeste de donde está el Santuario de la Virgen del Socavón. Los feligreses subían hasta allí para realizar esta tradición simbiótica entre lo católico y lo pagano.

Como todo en la vida, cada inicio tiene un final, nuestro recorrido imaginario también termina con la satisfacción de retrotraer en la mente cada recuerdo de aquel digno paseo, tal cual hubiese sido ayer.

Fuente: LA PATRIA