Cuando mi mamá me dijo que me aliste porque Ãbamos a ir a comprar un televisor a colores, fue cuando tenÃa 12 años de edad, la mejor noticia que me habÃa dado hasta entonces mi progenitora. No lo podÃa creer, y es que mi infancia en lo económico fue tan limitada, que la sola idea se me hacÃa increÃble y lógicamente me llenaba de felicidad.
La razón era simple, mi viejita, conocedora de mi enorme pasión por el fútbol, quiso que vea en colores el Mundial 82 que iba a tener lugar en España, y se trataba de un regalo fantástico para el que mi señora madre habÃa estado ahorrando los últimos seis meses.
En aquel tiempo únicamente habÃa quioscos con toldos de plástico que tÃmidamente protegÃan televisores chiquitos o radios cancheras y alguna que otra tienda con los entonces famosos 3 en 1.
Llegamos a casa con desesperación y sacamos la tele de su caja, la enchufamos y se prendió por fin. Cuando esperábamos ver una hermosa imagen llena de miles de colores, la respuesta en la pantalla fue un frustrante granizado con un horrible ruido y nada de señal.
El año 82 en La Paz solamente existÃan dos canales, la opción era muy reducida pero que no se vea nada de nada era terriblemente frustrante. Solicitamos la ayuda de un vecino y la causa fue más decepcionante aún. VivÃamos en la mitad de Miraflores, un barrio paceño que está a las faldas del cerro San Juan y que no tiene lÃnea directa con la antena de la Ciudad de El Alto desde donde se emitÃa la señal, era lo que se conocÃa entonces como zona negra para la comunicación.
A ese torneo del orbe muchos equipos llegaban con chapa de candidato, empezando por el último campeón, la Argentina de Kempes y Menotti que contarÃan con la gran revelación, un joven Diego Maradona, continuando con la Alemania de Rumenigge, la Francia de Platini o la Polonia de Lato, pero si habÃa un equipo que estaba destinado u obligado a salir campeón del mundo era Brasil.
En octavos de final, la cosa fue diferente, primero le tocó la Argentina de Ardiles y Pasarela y los tuvo a mal traer a ambos. Pese a no anotar fue la figura del partido y se sintió su peso en la cancha. La siguiente fase fue lo espectacular, hasta la fecha, ese partido es recordado como uno de los mejores de la historia de los mundiales.
Brasil y toda su constelación se preparaba para aplastar a la azzurri, sin embargo Rossi se hizo cargo de su selección y marcó el Hat-Trick con el que venció a Brasil por 3 a 2 en un encuentro memorable, donde sólo habÃa espacio para titanes y Rossi fue uno de ellos.
Polonia con Lato, Szamarach y Smolareck como muestra de su potencial, los recibió en semifinales y aunque ya habÃan empatado en la primera fase, los polacos eran el claro favorito, pero Rossi nuevamente con dos goles se encargó de dejarlos en el camino y poner a su selección en la final.
Argentina hace muchos años que es cualquier cosa menos un equipo con hambre de gloria, pero siempre tenÃa un salvador, un mandado a hacer para el milagro, lo fue Maradona en el 86, lo fue Goycochea en el 90, lo fue Palermo en 2009 y desde hace tres mundiales que siguen esperando que Messi sea su mesÃas.
Pero no es posible tener esperanza en que quien se ponga el equipo al hombro y se lleve al mundo por delante, sea un jugador que el momento del himno, en vez de hinchar el pecho y gritar a los cuatro vientos el orgullo de haber sido parido en su tierra, se agarre la cabeza y la barba como si lo estuvieran acusando de asesinato.
En el minuto 35 deambulaba de tal manera por la cancha, que en lugar de ser un jugador de fútbol más bien me recordaba al soldado que buscaba su brazo mientras silbaban las balas en la playa de Omaha durante la invasión de NormandÃa, en la obra maestra de Spielberg, "Salvando al soldado Ryan".
Al comparar a jugadores como Rossi y Messi, me da la impresión que al primero lo vi en 4K y a colores, en cambio al otro, lo veo en blanco y negro, distorsionado y que necesito antena para reconocerlo.
(*) Paceño, stronguista y liberal
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