Esto ocasionó una turbamulta indignada, ya que en la segunda mitad del siglo XXII con centurias de experiencia en huelga general y movilizada, el pueblo de Oruro organizó la primera marcha hacia Roma, exigiendo la restitución de quienes, muy bien, se habÃan acomodado a la costumbres del lugar, albergando el sincretismo de la fe andina y la cristiana.
El plan de dicha marcha era llegar, vÃa carretera, hasta la costa chilena cargando miles de balsas de totora, hechas especialmente en el lago Titicaca, dar vuelta por el estrecho de Magallanes y cruzar el atlántico hasta cualquier puerto europeo y reiniciar la caminata hacia la basÃlica de San Pedro, sin importar el camino a tomar, desde luego, ya que todos conducen a Roma.
Al llegar a los puertos del pacÃfico, se dieron cuenta que el mar era realmente un dios por sà mismo y, dejando las balsas a su suerte regresaron cargados de un discurso mucho más agresivo. Esa fue la última vez que algún boliviano tomó posesión soberana sobre la costa. Aunque ninguno de los gobiernos de ambos paÃses Bolivia y Chile, se enterara.
La comunidad devota, católica de Oruro, ha visto con mucha indignación el atropello que se ha cometido en contra de nuestras costumbres y el más puro cariño que le tenemos a nuestra fe.
Hemos tratado de tocar su sensibilidad haciendo una marcha, que usted con toda su benevolencia ha soslayado desde un comienzo. Ahora no nos queda otra que comunicarle nuestra decisión unánime como pueblo libre:
Una semana antes de cumplirse el plazo se dio por hecho que el sumo pontÃfice habÃa decidido quedarse inamovible en su criterio, por tanto, ya se tomaron las precauciones del caso, y se engalanó el centro histórico de la ciudad para la emancipación del papado. Algunos sectores más extremistas pintaron grafitis en las paredes como los que decÃan: "Papa no necesitas una BasÃlica, estarÃas mejor en una bacinica", "papa... wayku?", "papa-natas", "para ser papa mucho mamas", "¡Dejá de joder... papá!", entre otros.
Los trece curas fueron atados a las jorobas de los camellos, conducidos en ropa interior, vÃa desierto del Norte Grande a la costa y abandonados en altamar en las balsas de totora. Fruto de esto, el dÃa que vencÃa el plazo, el Papa excomulgó a todos los orureños.
Las repercusiones internacionales no se hicieron esperar. Inmediatamente Guadalajara, las Misiones JesuÃticas, Copacabana y las principales ciudades de celebraciones religiosas hicieron conocer sus documentos emancipatorios. La iglesia católica entró en crisis. A esto se le llamó la Segunda Reforma o la Reforma Paganista.
AsÃ, luego de cincuenta años, tras las elecciones nacionales accedió al poder el Partido Ã?nico Cristiano, que, en primera medida: ordenó la posesión inmediata por parte de las Sectas Cristianas Unificadas de cada uno de los templos patrimoniales, parroquias y edificios que antes pertenecieron a la Iglesia Católica.
A pesar de que este era un frente represivo e irracional, por sà mismo, hubo un sector más radical que se negó a afiliarse a las Iglesias Cristianas Unificadas: Los denominados Corderos de Dios.
Una sola manifestación católica pagana sobrevivió a la inquisición del 2134. Y que, debido a que se trataba de un pueblito hace tiempo abandonado, la procesión de fe, quedó sin ser identificada. Durante la noche y sin antorchas, con la sola compañÃa de la luna, alrededor de mil personas se escabullÃan por las sombras para llegar hasta el altar y elevar una rápida oración y disimular un retiro de pura lectura bÃblica, disfrazando toda manifestación de paganismo.
Los Corderos de Dios interceptaron la procesión y derruyeron la imagen del santo. Esperando pacientemente a que los fieles llegaran a la iglesia para poder encerrarlos en ella con las manos atadas.
Por tanto, desnudaron a los pecadores y los golpearon hasta la muerte para luego devorárselos. Es la única forma de salvar a los pecadores. Aunque algunos disidentes más tarde consideraron salvaje la acción de comer carne cruda y que eso hubiese estado bien en tiempos del triunvirato romano, pero definitivamente no a esas alturas de la historia.
Luego de la filmación de tan gráfico y evidente manifiesto del fundamentalismo cristiano, marcharon hacia la ciudad, para terminar con el pecado del mundo y recibir, de una vez por todas, el segundo advenimiento.
Contrario a lo que cualquiera pudiera entender, la actitud fue elogiada e imitada por sinfÃn de personas que tomaron partido por el Cordero de Dios. De esta manera las Iglesias Cristianas Unificadas se separaron y comenzaron una serie de persecuciones. La imagen del gobierno cayó en vergüenza frente a la comunidad internacional. Sin embargo, grupos radicales en todos los paÃses siguieron las hazañas de los Corderos de Dios y justo, cuando el Papa iba anunciar que fue culpa de la infidelidad lo que habÃa llevado a ese extremo, se lo comieron.
La ciudad de Oruro en particular, se vio en un caos absoluto. Don Sinforiano, el único trompetero vivo de la Banda Intercontinental Poopó, acongojado, subió a la punta del cerro Khaluyu y tocó lo que le dictó su alma, que no habÃa sido otra cosa que el llamado a las legiones del apocalipsis.
Entonces la gran ramera agitó su cartera en nuestras esquinas, las bestias aprendÃan a contar y se daban unas a otras sus números de celular, de los lagos entre los totorales salió Leviatán, el cielo se abrió sobre la Alta Tierra de los Urus y cayeron los ángeles de culo a traspasar con sus espadas como anticuchos a cuanto mortal se les ponÃa en frente y... en pocas palabras, cristianos, paganos y demás tukuymas, se fueron todos redonditos a la mierda.
Al terminarse el mundo, barriendo el viento lo que quedó de la raza humana, mientras el Perro Petardos olfateaba los escombros, una cofradÃa, reunida en los subsuelos de lo que fue el legendario Bar Huari, sintió un pequeño temblor en el medio dÃa de aquel sábado en que esperaban hambrientos y deseosos las sabrosas salteñas saladas que no podÃan salir del horno. Entre risas, reproches y desesperanzas, apuraban a los mozos inmortales, mientras compartÃan la doceava cerveza antes de ver el paraÃso.
* Sergio Gareca RodrÃguez.
Oruro, 1983. Escritor y poeta.
De: "Tradiciones del futuro" 2015
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