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fragmentos)
1
Soy Beirut.
Una ciudad que se llamaba Beirut.
Y estoy escribiendo mi diario que les voy a enviar antes de suicidarme.
Es la quinta vez que lo intento.
Las cuatro anteriores, me salvaron en el último instante, gracias a que el Demol que habÃa ingerido era flojoÂ? y a que las cábilas llegaron a un acuerdo, a la manera tribal, para que no muriera.
Ese veneno del sectarismo llena el mar de Beirut, mata a peces grandes y chicos, hunde barcos, viola a las bahÃas, y se traga, uno tras otro, a los niños que están nadando en el mar.
Si en la prensa internacional leer una noticia acerca de una mujer libanesa que se ha suicidado con treinta años, sepan que soy yo Beirut.
2
Soy Beirut.
Me creÃa civilizada, y ahora descubro que soy la última que podrÃa hablar de civilización. Pensaba que era la única culta en un bosque de ignorancia y analfabetismo, pero los acontecimientos evidencian que soy yo la única ignorada a quien expulsan de todas las escuelas.
Les confieso -cosa que no todas las mujeres harÃan- que no hay en mi vida un verdadero amorÂ? ni un hombre de verdad. Todas las relaciones que he mantenido han sido apasionadas, frágiles y vulnerables.
Todos los hombres que he conocido han sido corceles que me he reservado, para elegir luego sólo al ganador.
Todos han sido ejecutivos, directores de banco, miembros de los consejos de dirección de las grandes compañÃasÂ?, y han viajado mucho, asà que he estado bastante cómoda con ellos.
No he tenido tiempo de mantener unas relaciones largas y románticas con nadie. Soy mujer de puertos, y los puertos, de por sÃ, no crean relaciones estables, sino que despiden a un barco para recibir a otro, sin preocuparse nunca de llevar un diario.
7
Soy Beirut.
La sirena que en el agua perdió sus anillos, pulseras y collares.
La perla del Mediterráneo caÃda a los pies. El pez azul de las leyendas, envenenado con azogue.
El barco perseguido por maledicentes, demonios y piratasÂ? para matar a sus tripulantes y robarle sus tesoros.
Soy la niña inocente que murió ahogada cuando estaba nadando en los sucios canales del sectarismo.
Soy sol a quien atravesaron la cadera mientras compraba en el horno un kilo de pan para sus hijos.
Soy Beirut, un poema de amor que no merecen, y que han cambiado por un peine de cartuchos, un ataúd de madera y una esquela.
9
Soy Beirut.
Desde mi más tierna infancia me convencieron de que era fenicia.
Y me metieron miedo con al Fradaq, Imrul-l-Qays y Yarir.
Desde niña me están diciendo que mis primos son Virgilio, Dante, Racine y VÃctor Hugo, y que es tradición familiar que las chicas se casen con sus primos.
Desde pequeña me están metiendo en la cabeza que soy hija de marino, y que mis antepasados están enterrados en Malta, Cerdeña, Marsella, Rodas, Chipre y Arwad.
Naturalmente, mi familia no está de acuerdo con que haya roto el noviazgo con el europeo rubio. Pero en su fuero interno no se opone a mi nueva pasión petrolÃfera.
10
No voy a librerÃas, y las únicas revistas libanesas que compro son las que publican fotos mÃas con polÃticos o con artistas socialmente famosos.
Mi cultura polÃtica es nula. ¿Cómo no iba a serlo, si todos los polÃticos de este paÃs son amigos mÃos y se pasan el dÃa en mi casa?
Los libros no me apasionan. El mejor folleto que he leÃdo en mi vida es el talonario.
Que se diga esto no les gusta a las que aceptan dormir sobre una alfombra con el prÃncipe de sus sueños.
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