Juegos Odesur: �?xito de organización y fracaso deportivo

Hace una semana concluyeron los Juegos Suramericanos. Durante 14 días, entre el 26 de mayo y el 08 de junio, se desarrollaron competencias deportivas y se entregaron 1222 preseas de oro, plata y bronce. Colombia fue el gran ganador pues sus atletas lograron 239 medallas, Brasil ocupó el segundo lugar con 204 preseas y Venezuela logró el tercer puesto con 157 medallas. Bolivia quedó en décimo lugar con 34 medallas en total: 4 de oro, 15 de plata y 15 de bronce. Por detrás quedaron Panamá, Surinam, Aruba y Guyana, con logros aún más modestos. Una buena parte de la población cochabambina vivió los juegos con gran pasión, asistiendo a las distintas pruebas, algunas de ellas desconocidas y casi no practicadas en Bolivia. El resto de la afición boliviana se pegó a las emisiones televisivas, pobres e improvisadas, con poco orden y meticulosidad.

Primero, la organización fue buena, se cumplió con la construcción y equipamiento de los escenarios, se atendió los requerimientos de los visitantes con mucha eficiencia. De acuerdo a la opinión de atletas, entrenadores y directivos extranjeros, el alojamiento fue excelente al igual que la comida. Y en esto se debe tener una opinión honesta y equilibrada, al margen de apegos o desapegos al actual régimen de gobierno en Bolivia. En síntesis, fue un éxito de organización. Es cierto que se invirtió mucho dinero, pero era necesario porque Bolivia no podía ni debía quedar al margen de la realización de este tipo de eventos.

Segundo, se produjo un evidente fracaso deportivo, al margen de lo que afirme el Gobierno o digan algunos periodistas, muy conformistas a partir de resultados paupérrimos, logrados por el esfuerzo de algunos deportistas muchas veces sólo con el apoyo de sus familias y abandonados por el Estado. Habrá muchas explicaciones tratando de defender lo indefendible, pero las estadísticas mandan y los tozudos hechos lo ratifican.

Bolivia no logró superar sus mejores actuaciones, de los años 1978 y 1990, cuando los recursos con que se contaba eran ínfimos. En 2018 la delegación boliviana logró apenas 35 medallas y en 1978, siendo local en La Paz, obtuvo el segundo lugar en cantidad de medallas, llegando a 106 en total, el más alto número jamás alcanzado. En otra participación, en 1986, en los Juegos organizados en Chile, Bolivia se ubicó por encima de las delegaciones de Paraguay, Venezuela y Colombia.

Se denunció de manera clara que muchos atletas nacionales no habían recibido apoyo del Estado para financiar su entrenamiento. Inclusive la gran marchista Geovana Irusta fue agredida verbalmente por el Ministro de Deportes por expresarse claramente sobre las falencias en la preparación.

Para colmo de males, en el pasado próximo, la falta de apoyo del Gobierno hizo que cinco atletas decidieran nacionalizarse y obtener el pasaporte de Colombia, Argentina o Perú. Ellos son los raquetbolistas Mario Mercado, María José Vargas, Natalia Méndez y Adriana Riveros; y Cristian Morales (Tirador). Bolivia no puede desarrollar su potencial deportivo por falta de políticas óptimas de incentivo a la práctica de las diferentes disciplinas atléticas.

El país tiene derecho, y con razón, a enorgullecerse de la calidad en la organización y ejecución de los Juegos Suramericanos más grandes de la historia, así como de la pasión y entrega de los atletas premiados, pero .precisamente por este motivo, urge realizar más esfuerzos para mejorar la práctica de deportes para los que ciertamente existen grandes talentos esperando ayuda para prepararse y proyectarse internacionalmente.

Finalmente, hay un viejo dicho: "Al César lo que es del César" y, en este caso, se debe felicitar al Presidente Evo Morales por este logro, pero también hacerle notar que no solamente con escenarios se desarrolla deporte competitivo, hacen falta recursos logísticos, entrenadores de alto nivel, alimentación suplementaria, equipo, ropa deportiva y otros. Solamente así despegará el deporte boliviano y dejaremos de pasar vergüenzas deportivas.