Carlos y un amigo llegaron en un viaje de ocho dÃas por tierra, atravesando Colombia, Ecuador y Perú.
El muchacho cuenta que en su paÃs trabajaba en una empresa y que en un principio el salario mÃnimo alcanzaba para un sustento básico, pero pasó el tiempo y la hiperinflación se agravó. Al final, ganaba 1.500 bolÃvares, pero un kilo de pollo costaba 1.700. "No es posible que trabajes un mes para poder comer un dÃa", comenta.
Se estima que, como Carlos, 1,8 millones de venezolanos han abandonado su paÃs en los últimos años para huir de la crisis polÃtica, económica y social provocada por las erradas polÃticas del chavismo.
A Bolivia han llegado menores cantidades, debido a las pocas posibilidades económicas que ofrece el paÃs, pero se cree que varios cientos ya están en nuestro territorio, sobre todo en Santa Cruz. En La Paz se los ve en El Prado o en la zona Sur, vendiendo arepas o postres o trabajando como meseros o vendedores en tiendas.
Afirma que a todos los venezolanos les da tristeza ver cómo su paÃs se derrumba poco a poco. Y Agrega: "cuando salga del poder Nicolás Maduro estaremos todos en fiesta en Venezuela, eso se lo aseguro".
Carla es una atractiva muchacha, de sonrisa agradable y trato amable. Atiende una peluquerÃa cerca de la plaza Alonso de Mendoza de La Paz. Asegura que se vino a vivir con sus padres porque en Venezuela no tenÃan ya ninguna esperanza. Contó que su mamá tiene presión alta e insuficiencia renal y que, en Valencia, su ciudad natal, no habÃa cómo conseguir las medicinas.
"Aquà la situación es muy dura, es muy difÃcil acostumbrarse, pero estamos mejor que allá. Por lo menos mi mamá tiene sus medicamentos", cuenta. Expresa que ella y sus padres están esperando la oportunidad de trasladarse a Santa Cruz o Perú, donde creen que tendrán mejores posibilidades.
Hace 25 años Roberto llegó desde Venezuela a Bolivia. Ã?l ha visto, desde la distancia, la crisis que sepulta a su paÃs. Roberto intenta ayudar a quienes llegan en estos meses, aunque hay poco que pueda hacer.
"El Gobierno de Maduro niega que haya un problema humanitario, pero sin embargo, la gente sà está sufriendo, esto (la llegada de venezolanos a Bolivia) es una señal de la falta de alimentación, por eso la gente migra".
Roberto considera que mayormente gente joven, como Luis y Carlos, sale del paÃs ante la idea de que no hay esperanzas. Cuenta que sus hermanos siguen viviendo en Venezuela y que enfrentan las más graves penurias: falta de alimentos, escasez de medicinas y una inseguridad ciudadana descontrolada.
Con la experiencia de haber vendido donas en Caracas, Carla y Michael decidieron dedicarse a la misma actividad en La Paz. El negocio, aunque difÃcil, les da para vivir modestamente. Sobre todo venden sus productos en la avenida Buenos Aires y en la zona del Cementerio.
Felipe, el papá de Carla, intenta apoyarlos en lo que puede y afirma que sus hijos por lo menos tienen una actividad que les permite sobrevivir.
Mariana, la madre, asegura que, aunque con dificultades, la situación en Bolivia es mejor que la venezolana, donde no hay alimentos ni medicamentos. En cuanto a la comida cuenta que "hay en Venezuela los que se llaman "bachaqueros", que se dedican a la venta de productos en el mercado negro. A esta gente, digan lo que digan, el Gobierno les da alimentos de a poco y ellos lo venden a la población en un precio que es el doble, triple o al precio que ellos quieran".
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