Sacrificios millonarios que no sirven para nada

Deseo aprovechar el reciente 14 de junio para recordar el armisticio y saludar a los hombres que como mi abuelo, llegaron al recóndito Chaco Boreal para pelear una guerra que nadie entendió. Justamente por culpa de esa ceguera militar y política se cometieron durante la misma, cientos de errores que pudieron ser evitados y que costaron la vida de miles de jóvenes que entregaron la vida sin que su esfuerzo y sacrificio pueda servir para algo.

Uno de esos inmensos sacrificios que no sirvió absolutamente para nada y que casi nos cuesta perder la campaña completa, se llamó Nanawa.

A fines de 1932 después de la catástrofe moral que significaba Boquerón, la presión social hizo que Salamanca busque la ayuda de un alemán que estaba ligado al Ejército Boliviano por haber trabajado años antes en su reorganización. Hans Kundt, un prusiano de 65 años que sabía mucho de orden cerrado y disciplina, pero en el campo de batalla demostró entender muy poco de táctica y estrategia.

La artillería boliviana desató tal infierno sobre los paraguayos, que las cureñas de los cañones terminaban dobladas de tanto disparar, tras ello, la infantería calaba bayoneta y ola tras ola, los hombres gritando con el alma, embestían las trincheras inexpugnables de los guaraníes y a estos les alcanzaba con que sus ametralladoras escupan fuego para que cada uno de los intentos bolivianos por tomar Nanawa, fracase estrepitosamente.

El resultado fue terrible, a la desmoralización absoluta de la tropa, se sumaba la desorientación completa del mando de no saber qué hacer. Para empeorar las cosas, Kundt huyó a Saavedra al darse cuenta que la contraofensiva paraguaya tenía como meta cercar al Ejército boliviano con una maniobra de doble tenaza.

El actuar heroico de hombres como Ichazo, Menacho, Quintanilla y Peñaranda, hicieron de la ruptura del cerco en Campo Vía una de las acciones más heroicas y prolíficas de toda la campaña, salvando de la ignominia a más de 2.500 hombres y su parque, y permitiendo a Bolivia la creación del 3° Ejército, que planifique la defensa de Villamontes y se salve el honor y la heredad nacional.

Tuvimos que tocar el más profundo de los fondos para darnos cuenta de nuestras verdaderas fortalezas, tuvimos que cometer cientos de errores para enmendarlos y aprender de los mismos pero lo doloroso fue (Sobre todo en Nanawa) aferrarnos a una idea absurda y empeñar todos nuestros recursos en algo que no sirvió absolutamente para nada que no haya sido la pérdida de hombres, material bélico y casi la esperanza.

Aunque se dice que la esperanza es lo último que se pierde, habemos algunos bolivianos que de dejar de creer algo hemos pasado a no creer absolutamente nada y dejar de tener fe, especialmente cuando el gobierno nos empieza a hablar de cifras astronómicas y acuerdos maravillosos que nos traerán la tan ansiada dicha y felicidad.

Cuando se confirmó que el presidente asistiría por tercera vez consecutiva a la inauguración del mundial de fútbol, la maquinaria mediática propagandística de don Evo nos trató de dejar bien en claro que, a lo que viajaba su excelencia, era a firmar un convenio de 1.000 millones de dólares para mejorar el tema hidrocarburos en Bolivia, lo del partido era mera coincidencia.

La cifra da como para abrir los ojos y no sólo desearle alas y buen viento sino para que en esas condiciones se quede el campeonato completo en la tierra de Rasputín. Lo malo es que pronto uno empieza a hacer memoria y acordarse de que ofertas como esa ya son bastante repetidas.

Por ejemplo, revisando un poco los diarios, uno se topa con la del 19 de febrero de 2016 donde se entera que Gazprom ya había firmado hace dos años y un poco más un acuerdo muy similar que tiene que durar hasta el año 2040, pero del que hasta ahora no se ve nada, como nada se vio de la reunión de inversionistas del 2015 a pocas cuadras de Wall Street.

La publicación de una separata en el diario económico británico "The Financial Times" de octubre del 2015 nos dejaba a todos boquiabiertos, pues ni siquiera se trataba de una plana publicitaria sino que nada menos que 52 páginas que le costaron al Estado Boliviano la friolera de 472.000 dólares.

Pero eso no era todo, el casi medio millón de la moneda americana era sólo el preámbulo del plato fuerte que consistía en una reunión disertación de nuestro líder socialista, con la crema y nata de la inversión imperialista yanqui en los salones del Four Seasons Hotel.

"Invirtiendo en la Nueva Bolivia" se llamó el evento en el que don Evo Morales invitó a todos estos Rico Mc Pato del norte a que traigan su platita a un país al que le sobra materia prima para explotar y que sólo le faltan los medios para hacerlo. Lastimosamente como nadie de su entorno se anima a decirle que no sea como es, fiel a su estilo no tuvo mejor idea que amenazarlos con que si hacían política los sacaba del país un poco más a patadas.

Uno de sus acompañantes, el entonces ministro de Economía, Luis Arce Catacora, al día siguiente nos contó que había más gente afuera que adentro rogando por poder ingresar y que en el salón no cabía un alfiler, que probablemente muy pronto harían un nuevo evento similar para darle chance a los rezagados y que la plata de los gringos empezaría a llover sobre Bolivia como maná del cielo sobre Moisés.

Tres años después de aquel encuentro, ni inversores, ni plata, ni reuniones, ni rendición de cuentas sobre la separata, ni nada de lo charlado llegó al país. Las inversiones caen como cuenta gota y lo único que YPFB inaugura con bombos y platillos son nuevas exploraciones que lógicamente no son nada más que fichas puestas a cartas por ver, como aquellas que jugamos con plata del TGN en el norte paceño y que sólo sirvieron para perder.

Que el presidente esté más preocupado en ir a la cancha que en resolver los verdaderos problemas que hay en Bolivia no me sorprende en lo absoluto. Muchas veces opta más por lo que le agrada que por lo que le cuesta hacer. Pero que siga camuflando sus "escapaditas" con inversiones y sueños de millones y millones que nunca llegan está de buen tamaño.

Viajes por doquier y ofertas de inversión que sólo ilusionan a los ingenuos y sirven para que los guerreros digitales hagan memes, son un tiradero de plata que sólo inflan el ego del mayor turista de nuestra historia y cuyo gasto es un esfuerzo tan inútil, como el de nuestros abuelos en Nanawa.

(*) Paceño, stronguista y liberal