La presión tributaria en el país está generando mayor informalidad y cierre de empresas
13 jun 2018
Fuente: LA PATRIA
Iván Víctor Flores Sarmiento
Llegar al final de un proyecto aspirado por mucho tiempo y plasmarlo en un emprendimiento efectivo, traducido en una empresa (unipersonal o en sociedad) es el logro de una visión, pero no solo es subjetivo el logro, la creación de un emprendimiento requiere capital, tiempo y también se constituye en un riesgo; si la empresa prospera genera rédito y si no: su liquidación y la pérdida del capital invertido.
¿Pero cómo apoya el estado al visionario emprendedor?
La formalización en la creación de empresas, será fácil en términos de accesibilidad administrativa y costos en las instituciones correspondientes (SIN, Fundempresa, Municipio; AFP, CNS, Ministerio de Trabajo, etc.)
¿Se contemplará exención de impuestos para aquellas empresas de nueva creación en los diversos rubros de industria o comercio?
¿Será que se le da la posibilidad de préstamos con intereses accesibles que no se coman en el corto o mediano plazo a la misma empresa, tomando en cuenta que es un emprendimiento nuevo?
Muchas empresas de nueva creación batallan sus primeros años de vida, logrando así la estabilidad deseada pero muchas otras sucumben a esta odisea y terminan cerrándose, uno de los elementos principales que detona el cierre de una empresa es la presión tributaria actual a la cual haremos referencia en la presente edición.
El código tributario en nuestro país está en vigencia desde el año 1986, con la última reforma parcial en julio del 2016, que lejos de adecuar el régimen tributario al actual contexto nacional y a la nueva CPE, en el fondo aplica un perdón tributario a todos aquellos contribuyentes que omitieron pago de impuestos al Estado, esto en el afán de generar más recursos económicos para el TGN.
Actualmente la fiscalización a las empresas legalmente establecidas es considerada como un acoso tributario, son recurrentes las quejas del sector formal de la economía que piden, que imploran por una reingeniería impositiva; en contraste con el sector informal (mayorista camuflados en el régimen simplificado y especiales).
Nos encontramos en un momento propicio para revisar todo el sistema tributario, ya que sus limitaciones están costando empleos y cierre de empresas que a su vez dejan de tributar pasando al sector informal y al desempleo en desmedro del propio Estado; es el momento para escuchar el clamor de los contribuyentes que hoy por hoy están obligados a pagar miles de bolivianos por concepto de intereses y multas efecto de las fiscalizaciones constantes por parte del SIN, convirtiendo así en una verdadera hazaña sus actividades.
Son muchas las demandas del sector formal al actual sistema tributario que está asfixiando a las empresas; hay un rechazo generalizado a la indexación de las UFVs a las multas que derivan de los deberes formales, cobro de intereses a los intereses, el descargo universal de facturas y no solo por la actividad referida al negocio.
La reforma al código tributario es una necesidad imperiosa para que el sistema impositivo deje de ser coercitivo y un freno a las actividades de emprendimientos empresariales, no es tarde para encarar un dialogo que está en manos de nuestras autoridades gubernamentales, pero con una visión holística abierta hacia todos los sectores de nuestra economía, no se busca no pagar impuestos o evitar el cumplimiento a las obligaciones formales; es necesario propiciar un sistema impositivo que allane un poco el andar de las empresas, que en nuestro país no sea una misión imposible crear una empresa.
Como estamos actualmente, podemos ver a pequeñas medianas y también grandes empresas moribundas y el crecimiento sin control de un sector informal que se abastece del contrabando llenando de inseguridad las fronteras, mercados negros de las ciudades y nuestras mismas calles.
Fuente: LA PATRIA
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