Hablando la gente se entiende y no hay otra instancia que permita alcanzar objetivos de entendimiento entre personas, mientras las mismas puedan comunicarse, hablarse y escucharse, expresarse, entenderse y respetarse como medio de avanzar en la búsqueda de soluciones a los más intrincados problemas.
El asunto es sin embargo parte de un largo proceso que merece cierta atención individual, para luego transmitirla dando paso a la comprensión colectiva que también entiende si se mantiene la dinámica de escuchar y hablar ordenadamente hasta limar asperezas y pulir mensajes de común entendimiento y comprensión que es resultado de un infatigable y respetuoso intercambio de ideas.
Hay una serie de elementos que en el último tiempo, al no haber sido tomados en cuenta han producido reacciones adversas entre las partes en conflicto, agravándose algunas situaciones y complicando a una gran parte del conglomerado social, que nada tiene que ver en el asunto. Fue el caso de la universidad alteña y autoridades policiales y gubernamentales, menos mal parece que justamente encontraron la senda para llegar al entendimiento a través del diálogo, que ojalá, sea de práctica corriente, en un ambiente de mutuo respeto.
Por supuesto que hay otros problemas que igualmente merecen la atención de autoridades, las que por una costumbre insólita e incomprensible, esperan que las cosas salgan de ciertos límites, para recién proponer un diálogo que iniciado con la oportunidad del caso, evitaría una serie de inconvenientes y denuncias muy radicales que ameritan investigaciones profundas para no dejar dudas entre la población que ve, escucha y se enfada ante situaciones que comprometen a funcionarios de Estado, parlamentarios y militantes de partidos políticos y hasta de algunos movimientos ciudadanos, que se arrogan representatividad que no tienen.
Está claro que entre seres racionales predomina un mínimo intercambio de ideas que es el mejor comienzo para establecer luego un diálogo amable que conduzca a considerar problemas pendientes, a sugerir ideas de cambio futuro, a establecer condiciones que favorezcan a personas individuales, a familias, a grupos sociales, vecinales, sindicales, laborales, empresariales y a estos entre sí, para fomentar alianzas de ideas y fines comunes que estén dirigidos a mejorar las condiciones de una convivencia pacífica, que en su desarrollo alcance objetivos de beneficio colectivo.
Tenemos que procurar que en ese intercambio de ideas reconozcamos y respetemos mutuamente los deberes y derechos elementales y naturales que con parte de nuestra regla de comportamiento en sociedad, la Constitución y sus leyes, pero además las normas aparentemente sencillas y sin embargo más importantes que las dictadas por presión o cohesión, que son nada más que respeto, amistad y comprensión. Tan sencillas como para tenerlas presente de manera permanente, en un modelo de vida que exija el cumplimiento de deberes y el respeto absoluto a los derechos humanos.
Algunas de éstas apreciaciones parecerán derechos y deberes, libertad y justicia, atributos de la democracia, considerados como frases líricas para ciertos ciudadanos que han tratado de ajustar sus hechos a los moldes del diálogo, la paciencia y convivencia pacífica, lamentablemente con resultados poco alentadores. Ante esa circunstancia elemental de la intemperancia ciudadana, corresponde mantener la calma y promover con mayor fuerza, la necesidad de inducir a las partes en conflicto a un acercamiento que derive en un respetuoso intercambio de ideas, en un escenario propicio enmarcado en las leyes y el respeto a la Constitución.
Fuente: LA PATRIA
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