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Domingo 10 de junio de 2018

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Revista Dominical

Algo más sobre Julio Garret

10 jun 2018

Por: Vicente González Aramayo Zuleta - Abogado, miembro de Número de la Academia de Ciencias Jurídicas, novelista

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La personalidad de Julio Garret Aillón no creo que pueda ser olvidada por quienes lo conocimos y tratamos con él por largo tiempo. Sabido es que a lo largo de su vida desempeñó funciones importantes en instituciones también importantes. Para mí, la cátedra universitaria, naturalmente, tuvo un valor imponderable. Marlene Durán explanó ya en un trabajo por el matutino LA PATRIA gran parte de la trayectoria histórica de este prominente personaje.

Garret era natural de la ciudad de Sucre, a la que parecía amar entrañablemente. De familia distinguida, todo hizo ver que recibió educación esmerada, sobre todo en estudios superiores en el exterior, como en La Sorbona de París. En Garret, no solo fueron estudios universitarios, sino como pocos, cuando ingresan a la fase íntima de un espíritu altamente cultivado que le da forma a su vida, en personalidad, conocimientos superiores, y calidad humana. Era simpático de presencia, de modales muy finos y agradables que hacía pensar que fue probablemente el rubro que más quiso dominar en su vida, la clave de todos los tiempos para caer siempre bien.

Por muy buen tiempo fue vecino de Oruro, integrándose a la docencia universitaria, fue catedrático de Historia de la Cultura, Sociología general y nacional, en la Facultad de Derecho, e Historia Económica en la Facultad de Economía. Lo conocí al iniciarse la clase de Historia de la Cultura en el curso vestibular. Al comenzar hizo un breve prolegómeno resaltando el concepto de la cultura. Quizá pueda decir de acuerdo con el pensar de mis compañeros de curso, que nos impresionó la personalidad de Garret, y fue desde ahí que no solo una obligación, sino una satisfacción escuchar sus clases en adelante. Movía las manos majestuosamente, sin falsos virtuosismos, ni exageraciones. Resaltaba con tenue vehemencia: "¡la cultura es la herencia de la especie!... ¡todo lo que el hombre ha hecho significa cultura?la cultura del suelo, del trigo, del metal, la cultura de las letras, del arte, de la ciencia?! "No contemplan como valor práctico en la cultura las esencias trascendentales, sólo en la mitología. Los ángeles no han creado catedrales, no han construido pirámides, ni murallas, ni compuesto sinfonías? ¡no han inventado la escritura!... ¡ni sistemas filosóficos!... ¡La cultura es la cristalización de las infraestructuras en supraestructuras, tanto en la cultura material cuanto en la espiritual!

En el primer curso de la facultad volvimos con Julio Garret en la materia de Sociología general. Donde apreciamos desde un principio sus dotes y conocimiento en la materia, y la forma de discernir. Mostraba una increíble objetividad. Teorías sobre la creación del sistema solar, el Big Bang, del período de hominización, la cadena de fósiles hasta el "homo sapiens". En esta materia hubo un poco de polémica. El catedrático no preguntaba sino los alumnos. Hubo uno de ellos que tomó la palabra y dijo con un poco de actitud vanidosa, y curiosamente: "¡yo creo lo que mi religión manda, que el hombre ha sido creado por Dios hace 4.500 años, conjuntamente con todos los valores de la creación: la tierra, los planetas, los animales!" Aquella manifestación, de ignorancia y vanidad dejó callados a todos. Garret no preguntó?y siguió con la clase- En esta materia destacaba los procesos culturales del hombre: 80.000 años, la conquista del fuego, de las herramientas de producción, de la división del trabajo, de la sociedad gentilicia, comunismo primitivo y sus ventajas, y, su final, al crearse la propiedad privada. Enseñó Garret marxismo en su forma más comprensible, aunque poco, no siendo comunista militante.

Dentro de su personalidad grata no faltaba a veces lo irónico, pero irónico fino. Instruía algunos aspectos a Amancio Valeriano, y en una ocasión estando todos en el curso le dijo alcanzándole una hoja de papel: "el lunes he de viajar, de modo que tomará usted examen a estos alumnos?aquí están las preguntas, no les muestra a ningún precio?"

En otra ocasión nos entregó una pregunta para responderla en una próxima clase. Le preguntamos si iría para la nota, nos respondió: "Claro, ya saben que todo lo que hagan, o no hagan, influye en la nota?".

Como fuente bibliográfica evocaba a sociólogos, a antropólogos, e historiadores: Cuvillier, Linton, Lister F. Ward, Poviña, Constantinov, Engels, Marx, y de los nuestros, a Alvarado, Almaraz. Como todo se da en la viña del Señor, hubo un par de alumnos a los que no les gustaba Garret, lo consideraban arrogante, vanidoso, hiperbólico, decían: "quisiera humillarlo", pero ninguno se atrevió porque sus conocimientos se hallaban muy lejanos como para ponerse en parangón. Sin embargo, si hubiera uno de estos detractores conocido un caso erróneo que había en el cursado de Historia de la Cultura, hubiese bastado para conseguir lo que quería. En efecto: de la escala de fósiles figuraba aún el Eoanthropus dawsoni, o "el eslabón perdido", supuestamente encontrado por Charles Dawson en Piltdown, pero era una tremenda falsificación. Charles Dawson había falsificado este fósil modificando la cabeza de un orangután. Poco después se ventiló como "la fantástica impostura del eslabón perdido", pero Dawson ya estaba muerto. Este error figura aún en las últimas ediciones de "Estudio del Hombre" de Ralph Linton, pero Garret, seguramente por esa razón citó en su cursado ese dato falso, pero se advierte que desconocía. Entonces no tuvo culpa. Esta trama no conocían los dichosos alumnos. De todos modos, el cursado de Historia de la Cultura era considerado monumento literario. En cuanto a la edición, probablemente Linton falleció antes de conocer la falsedad del hombre de Piltdown. De acuerdo con mi criterio, el patronato, o el editor, o quien fuere estaba en la obligación de suprimir de las ediciones siguientes esa falsedad.

Sirva esta nota de paso, para rendir mi homenaje a Julio Garret, en ocasión de su reciente fallecimiento, pero para recordarlo, y recordar también el curso y los compañeros de curso, fuertemente preparados para enfrentar la futura trayectoria de los estudios hasta la culminación. Recuerdo con afecto a Ruffo Guerra, Gastón Montellano, Domingo Cano, Gustavo Navía, Isabel Medrano, Ana Morales, Ana Rosa Guillén, Roberto Burgoa, Julio Zurita, así como a los catedráticos Carlos Guzmán Pereira. Felipe Íñiguez, Edmundo Urquidi, Hugo César Cadima. Mario Balladares, y otros, que fueron un lujo en la docencia en la facultad? docentes que no han tenido réplica en el siguiente futuro.

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