Era mediados del mes de junio del año 1999 y un General de la PolicÃa era parte de todos los titulares de la presa oral y escrita del paÃs. Se trataba de don Ivar Narváez Rocha, un policÃa que luego de una muy cuestionada carrera profesional, llegó a la cabeza de su Institución de la mano del poder polÃtico, pasándose por las narices a la Ley y a los Reglamentos Internos para el ascenso de los policÃas.
Entre estas y muchas otras acusaciones, los polÃticos que eran sus padrinos salieron en su defensa y le brindaron todo el apoyo posible para que prevalezca la subordinación en los uniformados y se deje de cuestionar y mucho menos dudar de la honorabilidad de su Jefe. Hábiles como son, gambeteaban las preguntas de la prensa y el descontento de la ciudadanÃa, culpando de estas denuncias a miembros de la PolicÃa que estaban siendo procesados o por corrupción o porque se habÃan aplazado incluso más de tres veces en sus exámenes de ascenso.
Un Comando Departamental a 50.000 dólares o una Dirección de Tránsito a 30.000 eran parte del menú al que podÃan acceder los Coroneles si querÃan ejercer esas funciones, seguramente luego de haber ahorrado parte de sus magros salarios durante toda su carrera.
Pero nada, absolutamente nada era capaz de derrumbar al poderoso General que parecÃa invencible e impune hasta que apareció un enorme paquidermo. Lo que no pudieron hacer cientos de denuncias lo logró un elefante de bronce de metro y medio de altura y seguramente varias decenas de kilos que un año antes le habÃa regalado el dÃa de su cumpleaños nada menos que al Presidente Banzer.
Eran tiempos de la Mega Coalición y los polÃticos de esa tanda ya se la estaban oliendo que estaban en los últimos años de su gloriosa generación neoliberal. El Gral. Banzer tenÃa un dicho muy especial que rezaba: "Prefiero un gramo de lealtad a un kilogramo de eficiencia" y a su cÃrculo de confianza le quedaba como anillo al dedo. El ya octogenario presidente dejaba que todos hagan lo que les diera la gana y que saquen su tajadita mientras puedan, doña Yolanda cobraba el impuesto y por palacio a nadie ni se le sonrojaban las mejillas.
El desgaste de la clase polÃtica y la sombra de la corrupción que los rodeaban era tan grande y nefasta, que gran parte del discurso de Jorge Quiroga al hacerse cargo de la presidencia tuvo como tenor pedirle a su gente que dejen de meterle mano a "la lata".
La campaña electoral del 2002 lo propio, usaba a la lucha contra la corrupción como estandarte para conseguir votos. Don Carlos Mesa recibió "un poder irrevocable" de manos de Goni para luchar contra la corrupción. Un mensaje por demás ilusorio y romántico que meses más tarde, una cosecha de mocororó a manos de los conscriptos de una unidad militar en Santa Cruz se encargó de revocar su irrevocabilidad.
A la mañana del 10 de febrero de 2003, un acongojado Freddy Teodovich, Ministro de Defensa del gobierno de entonces, luego de una noche larga con incendios, saqueos por doquier, mientras la sociedad se mantenÃa indefensa, se presentaba reflexivo ante cámaras y reflexionaba preguntándose a sà mismo, si lo que estaban haciendo estaba tan mal, que provocaron que la ira del pueblo se manifieste como lo hizo en la jornada pasada.
Lo reflexivo le duró unas pocas horas, el gobierno fue de mal en peor y en octubre la gente le dijo basta y dio el inicio a la transición de gobiernos que culminarÃan el 15 de enero del 2005 con la ascensión de Evo Morales al poder. La "reserva moral" de la humanidad se harÃa cargo del gobierno y se supone que construirÃan un nuevo estado libre de corrupción.
Como el envilecimiento no sabe de clases sociales, y la delincuencia polÃtica es un mal universal, los escándalos no tardaron en tocar la puerta del palacio y uno a uno fueron cayendo hombres de todos los niveles incluyendo algunos sumamente cercanos al dignatario.
A dÃas de inaugurar un edificio en cuya sala principal el elefante de don Hugo se lucirÃa, los manifestantes de la UPEA arrojaron sobre su fachada pintura roja simbolizando la sangre del muchacho muerto en circunstancias lejos de ser realmente esclarecidas. La gente como en las jornadas de febrero y octubre del 2003 se está empezando a revelar contra las instituciones, ahora representadas por imponentes infraestructuras de boato y parafernalia que nada tienen que ver con la todavÃa magra economÃa de muchos bolivianos.
Si a ello se suma que el presidente está más preocupado por asistir a la inauguración del mundial o de acompañar al nuevo Cardenal a una fiesta donde no lo invitaron, es probable que cada vez sean más las instalaciones que reciban el enojo de la gente en lugar de su admiración.
(*) Paceño, stronguista y liberal
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