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Domingo 03 de junio de 2018

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Cultural El Duende

Una extraña pareja

03 jun 2018

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El dadaísmo fue la manera de expresar el descontento y desconcierto de un grupo de jóvenes a los que la Primera Guerra Mundial empujó a escapar a Zúrich.

Allí huyeron de la guerra, en mayo de 1915, los alemanes Hugo Ball y Emmy Hennings: él era un soñador con inquietudes espirituales, lector de Nietzsche y del anarquista Bakunin, un tímido con ansias de ruptura. Ella era extravagante, desinhibida, había probado las drogas, conocía la cárcel...

Esta extraña pareja pasó hambre en Zúrich hasta que se enroló en un circo: él tocaba el piano (era un virtuoso) y ella cantaba.

Esta etapa en compañía de malabaristas, faquires y funambulistas les disparó la vocación por el espectáculo.

Al regreso de una de las giras del grupo, Ball contactó con el dueño de un café y le propuso reconvertir el local. Puso un anuncio:

"Se hace una invitación a los jóvenes artistas de Zúrich para que acudan con sus propuestas y aportaciones sin que importe su orientación particular".

Dos días después, el Cabaret Voltaire subía el telón, sin saber quiénes iban a actuar ni qué iban a hacer.

Entonces saltó al escenario un jovencito que comenzó a recitar, en rumano, los poemas que iba sacando del bolsillo de su abrigo. Era Tristan Tzara. Lo había acompañado un compatriota, Marcel Janco, artista que empapeló el local con sus trabajos.

Después se sumaron a la panda el poeta alemán Richard Huelsenbeck y el pintor, poeta y escultor germano francés Jean Arp.

´Sokobauno sokobauno´ u ´Hojohojolodomodoho´. Con alocuciones de este tipo salpicaba Huelsenbeck sus creaciones poéticas; ´plegarias fantásticas´ las llamaba él. Pretendían ser giros africanos.

En las actuaciones del Cabaret Voltaire se sucedían las incongruencias entreveradas de ´umba umba´. La panda se ponía máscaras y bailaba alocadamente por todo el local.

"Realizaban sesiones cómico-grotescas en las que se ridiculizaban todos los valores, incluidos los artísticos", explica Francisco Calvo Serraller en "El arte contemporáneo".

La tribu buscó un nombre y eligió al tuntún una palabra del diccionario: salió dada, que significa ´caballito de madera´ en francés.

"Para los artistas rumanos del cabaret era algo que se decían entre ellos continuamente: ´da, da´, es decir, ´sí´, ´sí´, y decidieron que era la palabra perfecta para designar el estado de ánimo que los invadía"

Burlarse de todo

Tristan Tzara, que comenzó como el benjamín de la tropa, acabó como cabeza del grupo que expandió y contagió sus burlas rupturistas a la música, la pintura, la literatura.

Los poemas dadá, por ejemplo, se componen recortando palabras de un periódico, echándolas en una bolsa y sacándolas de nuevo al azar.

"Dadá lo reduce todo a la sencillez de los orígenes", definieron ellos que rechazaban las definiciones.

Tampoco aprobaban los manifiestos y, sin embargo, Tzara redactó varios, donde, por supuesto, dice:

"En principio, estoy en contra de los manifiestos de la misma manera en que estoy en contra de los principios".

Huelsenbeck se marchó a Berlín y fundó el Club Dada, con ilustres miembros como Hannah Höch, George Grosz y Raoul Hausmann. Jean Arp y Max Ernst lo difundieron por Colonia. Kurt Schwitters fundó una sucursal en Hannover.

En Nueva York, el espíritu dadá impregnó a Marcel Duchamp -que en 1917 creó su célebre obra Fuente (un urinario)- y a Man Ray, entre otros.

Tristan Tzara se unió a Francis Picabia y André Breton en París en 1920.

El carácter internacional es una de las características del dadaísmo, junto con la agilidad creativa y la insolencia.

Pero la efervescencia fue diluyéndose: su actitud de negación y rechazo a todo acabó apagando la euforia experimental inicial.

De sus cenizas nació en 1924 el surrealismo, impulsado por André Breton.

No es dadaísmo asentado y, sin embargo, son muchos los ´hijos´ de la locura dadá: la escritura automática, los collages musicales, los fotomontajes (inventados por Raoul Hausmann y Hanna Höch), los happenings (actuaciones improvisadas) y las performances. "Suministraron las bases del arte conceptual", sostiene Will Gompertz, ex director de la Tate Gallery.

Sin el dadaísmo "no habrían existido el surrealismo, el pop art ni el punk", añade Jed Rasula.

Fueron nihilistas, agitadores, anárquicos, excéntricos, gamberros.

"�ramos unos golfos", reconoció Hanna Höch.

De: Red Rasula. Editorial Anagrama

Para hacer un poema dadaísta

de Tristan Tzara (1896 - 1963)

Coja un periódico.

Coja unas tijeras.

Escoja en el periódico un artículo

de la longitud que cuenta

darle a su poema.

Recorte el artículo.

Recorte en seguida con cuidado

cada una de las palabras que

forman el artículo y

métalas en una bolsa.

Agite suavemente.

Ahora saque cada recorte

uno tras otro.

Copie concienzudamente

en el orden en que hayan

salido de la bolsa.

El poema se parecerá a usted.

Y es usted un escritor

infinitamente original y de una

sensibilidad hechizante,

aunque incomprendida del vulgo.

Para tus amigos: