Cuando llegó la ambulancia ya no pudieron hacer nada por su vida. Un motorista lo sacó de la zona cero y lo acercó a la Universidad Nacional de IngenierÃa. Pero Francisco, un joven trabajador que acompañaba a su madre a vender ropa en diferentes departamentos del paÃs y que amaba la música, ya habÃa dejado de respirar.
"Un francotirador le disparó", asegura su hermano a Efe en el velatorio. Todos los del barrio acompañarán sus restos hasta el viernes a mediodÃa, cuando será enterrado en el cementerio Milagro de Dios, donde su padre, un policÃa con casi 40 años de servicio, está haciendo los arreglos. Ã?l tampoco se lo cree.
Y acusa al Ejecutivo de Daniel Ortega y de la vicepresidenta y primera dama Rosario Murillo de utilizar a la PolicÃa y a las fuerzas paramilitares para causar más daño. Los agentes, asegura, "hacen su agosto y su septiembre" cada dÃa. Es una "cacerÃa".
Su abuela paterna agacha la cabeza. Deja perdida su mirada mientras respira con fuerza. Los ha criado casi desde que eran niños. A los cuatro. Y ahora le falta uno. Tampoco lo entiende. No lo cree.
Ni su madre, Mercedes Guillermina. Sus llantos son tan agudos que traspasan esa puerta de madera de un color azul que no trae ni paz ni tranquilidad. Guarda desasosiego y desazón. Tristeza e impotencia.
"Me han arrancado la vida", grita desesperada. Ya no podrá repetir una fotografÃa que pende de la pared del salón, donde está acompañada de sus cuatro hijos cuando aún eran unos niños. No podrá ver el paso del tiempo y por delante le queda lo más difÃcil: Vivir sabiendo que ha sobrevivido a un hijo.
Fuente: Managua, 31 (EFE)
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