La mujer es dulzura y amor preñada de sabiduría

La grandeza del espíritu de una madre solo se compara con el inmenso amor que ella da por sus hijos; como ama a sus seres queridos y con la ternura que derrocha, por hacer felices a quienes son la luz de su vida.

La madre es pasión, es vida y es perdón. Siempre está pendiente de sus seres queridos, se entrega sin escatimar el mínimo esfuerzo y dispuesta a dar aquello que reclama su familia, para hacer felices a los que se reúnen en su hogar y les bendice cada día.

Las sabias enseñanzas de una madre son el cotidiano vivir, la entrega y la pasión por dar amor, a todos y cada uno de sus hijos y sus seres queridos, sin medir ni esperar nada a cambio; con la única recompensa que ver a todos contentos.

Es la auténtica creadora de la estrategia de vida, del plan educativo, del programa de salud y hasta de los sueños e ideales de sus hijos, puesto que con pasión y sabiduría se dedica a modelar y forjar a sus retoños, para garantizarse una vida llena de satisfacciones.

Es pues la mujer fiel expresión de dulzura y amor a plenitud, preñada de gran sabiduría que le permite en todo momento y por siempre ser guía, amiga, compañera, confidente y hasta consejera de todo quienes están en su entorno familiar, sus hijos por predilección y también a quien ama de verdad para hacer su vida fecunda y laboriosa.

La madre es experta en el manejo de la tierra, siempre cultiva en terreno fértil y procura por todos los medios dotarles de una sombra prodigiosa a sus hijos y su familia, para que las hojas del frondoso árbol les otorgue una buena sombra y proteja de las inclemencias del tiempo.

Tesoro invaluable, gema perpetua y ejemplo de grandeza, constancia de amor filial eterno y dejando vivo ejemplo para todos de su amor y su bondad cuando es cinco veces mujer, como madre, esposa, hermana, hija, amiga y compañera.

Así la madre, ser sublime y abnegado sabe cuidar y proteger a su familia, que es el núcleo y eje principal de su vida, vida consagrada a los suyos con auténtica vocación de servicio y hasta renunciamiento al extremo de ofrendar su propia vida por educar, proteger y guiar a su prole.

Madura en su actuar, firme en su decidir y tolerante con la inconducta de sus hijos, sabe educar, enseñar, guiar y capacitar a sus pupilos, quienes a lo largo de la vida por siempre sabrán agradecer ese trabajo a tiempo completo, que sin tregua ni descanso sólo les pueda ofrecer el ser más sublime que cada hombre o mujer conoce que, es su madre.

Grandeza de espíritu y auténtica vocación materna que sabe y conoce a cabalidad que sus hijos son depósito sagrado de fecundo amor, como las ramas del más opulento árbol del que nace la savia de la educación y el apoyo del ejemplo de la virtud, siempre y en todo momento.

Ilusión de ser la más grande porque así le reclama el hijo de sus entrañas, cuando ella es la guía para establecer la paz en su hogar, haciendo comprender a los suyos que el amor que les brinda es sin medida y sin condiciones, más todavía si constituye parte de su ser y es la amalgama de su vida entregada a quienes ama con pasión.

Olvidada pero nunca orgullosa, siempre predispuesta a perdonar y asumir con sacrificio la tarea de amar y cuidar de los suyos. Siempre trata con respeto, con moderación y cariño al ser la cómplice más resuelta, en el aspecto sentimental de apoyo en los vaivenes de la vida, convirtiéndose en hada generosa de todas las grandezas espirituales, sin flaquezas ni desmayo.

Carácter fuerte e indomable como fiel expresión de la dulzura y del gran amor que tiene y profesa a su familia, con fidelidad plena y lealtad. Quién sabe más que ella para nutrir una bella esperanza y aliviar con un beso las más íntimas heridas del alma y del corazón.

Ostra misteriosa que encierra y guarda en su seno la más grande ilusión de dar todo de sí por sus hijos y por los que quiere, sin esperar nada a cambio, teniendo como misión construir la paz de su hogar, con dulzura y abnegación, apoyando siempre a sus hijos en la prosperidad o la adversidad, sin esperar nada ofreciendo a cambio la dulzura, la razón, el buen sentido y la prudencia de su ser, que la hace guía, madre y líder de la vida.

Por Jorge Lazzo Valera

Fuente: LA PATRIA