Por: Nemecio Huanacu Calamani - Boris Bernal Mansilla
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Illa es una palabra que según el primer diccionario de lengua aymara de Bertonio de 1612 define: "Cualquier cosa que uno guarda para protección de su casa, como chuño, maÃz, plata, provisión de ropa y aun las joyas, etc."
Gustavo Adolfo Otero en "La Piedra Magia", menciona: "Objetos Mágicos - Illas.- Fetiches simbolizaciones de figuras mágicas de tipo bienhechor".
Toca a las creencias y prácticas religiosas. Los cultos andinos privilegian los lugares sagrados de origen (o wakas), las momias de los antepasados (en particular las de los caciques) y algunos rituales expiatorios (confesión y penitencia) o propiciatorios (en caso de crisis climática). "Cada familia tiene su confesor señalado que suelen ser los caciques y principales; ordinariamente suelen ser hechiceros a los cuales no osan negar ninguna cosa porque creen que los confesores lo saben todo y que morirÃan si alguna cosa dejasen" -advierte un autor de fines del siglo XVl. El poder local que puede generar este tipo de práctica es incomparable con las presiones que podÃan ejercer otras autoridades españolas. Arriaga, extirpador de idolatrÃas, relaciona su vigencia con "el cuidado y solicitud /de los curacas y caciques/ en honrar y conservar los hechiceros, esconder sus huacas, hacer sus fiestas, saber las tradiciones y fábulas de sus antepasados y contarlas y enseñarlas a los demás" (/ 1621 / 1968: 222). Y el inquieto franciscano B. de Cárdenas, al visitar el arzobispado de Charcas, reconoce que "algunos o los más /caciques/ fomentan las hechicerÃas e idolatrÃas" (1632, BN, Madrid). Lo que significarÃa que los caciques no han perdido su papel de intermediarios mágico-religiosos entre los ayllus y el mundo cósmico, sea ejerciendo directamente poderes sagrados, sea amparando a los chamanes locales (a menudo ancianos y ancianas apartados en lugares lejanos)".
Asà los caciques desde la colonia se mueven constantemente entre dos registros de valores antagónicos: la promoción del cristianismo y el fomento de las divinidades locales y de las creencias mágicas. No sabemos si eran los mismos individuos quienes propiciaban ambos cultos o si pertenecÃan a dos bandos bien distintos. Con esto queda más que claro que los caciques (curacas) poseÃan un poder espiritual que hacÃa que sean escuchados y obedecidos por su pueblo, siendo este poder espiritual la esencia de su legitimidad.
En ese sentido Boris Bernal Mansilla, descendiente del cacicazgo Kutipa de Italaque, cuya familia mantiene tradiciones ancestrales y profundamente espirituales que guardan una relación profunda con la naturaleza y el respeto por ella, custodia en la actualidad la Illa del Siku.
La Illa Siku.- pieza elaborada en piedra volcánica cuya data es aproximada a 400 años de antigüedad con forma de Siku (zampoña de cuatro orificios) con figura de un monito cargado un atado.
Esto denota otro elemento ontológico de que el territorio de la cultura Huarcas guarda la sabidurÃa ancestral expresada en los Sikuris de Taypi Ayca Italaque.
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