No fue más que un soplo de viento. Un soplo repentino que fatalmente se levantó justo en el momento en que la flecha iba en vuelo. Y fue suficiente para provocar la tragedia. La policÃa suiza, que no tomó ninguna medida contra el padre, calificó el suceso «un trágico accidente».
Asà suele ocurrir en la vida. Una causa muy pequeña puede provocar grandes efectos, tanto para bien como para mal. Algunos le llaman a esto «destino», y otros «suerte»; algunos lo atribuyen a su horóscopo, y otros aun a la «Divina Providencia».
Todas estas asignaciones son más o menos aceptables. El ser humano vive en un mundo de fuerzas ciegas, y los sucesos de la vida se entrelazan de tal manera que algo que ocurre en Francia puede repercutir en Chile. La decisión de un fanático tomada en la soledad de la noche puede provocar una guerra civil, y el curso de una flecha, en un espectáculo, puede ser alterado por un viento imprevisto.
¿Cómo hacer para vivir en calma en un mundo tan incierto y en medio de una humanidad donde tantas fuerzas violentas corren desbocadas? Aquà es donde aparece la fe en Cristo, Salvador, Pastor y Guardador.
El salmista de antaño, David, aprendió de esta fe en Dios, y vertió sus sentimientos en el Salmo 91. He aquà algunos de sus versos:
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