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Viernes 25 de mayo de 2018

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Perspectiva Minera

Dependencia económica de los commodities

25 may 2018

Nuestras materias primas salvan la estructura financiera nacional Â? Tiempos variables sujetos al ritmo de los precios internacionales

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Así están planteadas las cosas desde hace muchos años en materia del movimiento económico nacional, sujeto a los vaivenes o las oscilaciones de los precios internacionales, definidos y aplicados en las grandes potencias y de acuerdo a sus intereses de mercado, competencia y capacidad industrial, que someten a los países productores de materias primas en función a sus intereses sin importar los que corresponden a los productores y proveedores de materias primas (commodities).

Sin retroceder demasiado en función de tiempo, para ubicarnos a finales del siglo XIX y luego desde principios del siglo XX, hacia adelante, nuestros minerales fueron la gran tentación de poderosos imperios y en buen tiempo la plata del Sumac Orco, se trasladó para enriquecer estados al otro lado del mundo, que por supuesto no compensaron mínimamente esa atrabiliaria explotación de la riqueza minera nacional.

Con el paso del tiempo, de la inmisericorde extracción y traslación de nuestras riquezas mineras, fuera del país, los gobiernos dominantes, determinaron la fijación de precios para comprar a su gusto nuestros minerales. El proceso desde entonces no ha variado en el sistema, pues que suban o bajen los precios depende de las condiciones que rigen en las actividades de cada país comprador y de su mayor o menor interés en ciertos commodities, de ahí que unos suben por temporadas y otros bajan en tales periodos, respondiendo a la competencia industrial de cada potencia.

En cambio, en el otro lado, los países productores de materias primas están sometidos a los designios fijados por los grandes capitalistas industriales. Varios de los países de nuestra región han soportado por años esa desigual coyuntura dependiente de los precios internacionales.

Las soluciones se han dado paulatinamente y adecuadas políticas de transformación industrial han facilitado a los vecinos pasar a la fase de industrialización de sus materias primas, exportando con valor agregado sus productos requeridos en los mercados externos, algo que todavía no estamos desarrollando en nuestro país, con una industria minera incipiente.

Nuestro país en periodos especiales ha mostrado su enorme potencialidad minera aunque con una condicionante monoproductora, de un tiempo en que la plata era su principal riqueza, pasó a otro en que el estaño se convirtió en la urgente necesidad de los países industrializados. Estuvimos vendiendo concentrados por muchos años, hasta que se consolidó la iniciativa de fundir nuestro estaño, convertirlo en lingotes metálicos y exportarlos con valor agregado, proceso que continúa al presente y que es parte vital de la venta de estaño boliviano al exterior.

No todos los tiempos fueron buenos, se confrontaron profundas caídas en precios de nuestros minerales, en el caso del estaño quedó propiamente sin valor, sucedió al final de los años 60, se recuperó avanzando 1971 y nuevamente en la década de los 80, cayó el precio al punto que obligó al cierre de las minas y al despido masivo de miles de trabajadores, que debían ser relocalizados, no sucedió tal cosa� y una parte de los retirados se resistió a dejar la actividad minera y se agruparon dando forma al sistema cooperativo minero.

Pasaron años y la recuperación llegó paulatinamente, pero en los buenos tiempos, no se desarrollaron políticas previsoras, para tener recursos de emergencia en tiempos de "vacas flacas". Hasta hace poco ese fenómeno de imprevisión es constante en la actividad minera estatal, atribuyéndose esa deficiencia administrativa a la falta de una adecuada política minera que consigne programas de ahorro, para inversión.

Las utilidades de la minería han servido para desarrollar importantes proyectos de integración vial, hacia el oriente y uniendo comunidades agrícolas, además de ponerle el hombro a la naciente actividad de la prospección y explotación de hidrocarburos, que cambió la línea financiera nacional, pero no eliminó nuestra condición dependiente.

El país entró al boom de la producción petrolera, aprovechó un largo periodo de precios altos a nivel internacional para el barril de petróleo y su incidencia en la obtención y exportación de gas, otra materia prima natural y no renovable que sigue generando el principal ítem de las divisas nacionales. La minería entró en cierto grado de declinación, aunque también tuvo sus temporadas de auge, con precios internacionales que permitieron el sostenimiento de algunos gobiernos, pero no se aprovechó esa bonanza para cambiar la estructura financiera del país.

El hecho es que el país sigue viviendo de la explotación de sus materias primas, sigue la dependencia y el modelo monoproductor, pues los ciclos naturales nos llevan a gastar los ingresos que genera el gas o los que produce la minería y aún no se define una política de industrialización de esos recursos para cambiar el modelo, diversificando nuestra producción, generando nuevas industrias que antes de la exportación utilicen nuestros metálicos y produzcan diversos materiales para el consumo interno y compitan luego con los países vecinos vendiendo infinidad de productos para los que no faltan mercados, aún en los enormes países industrializados donde se requiere materia prima del tercer mundo.

El caso del gas deja dudas a la ciudadanía, se menciona una paulatina declinación y no se asegura fehacientemente el reemplazo con nuevos pozos, aunque se hacen fuertes inversiones para concretar el objetivo de seguir extrayendo gas para el consumo interno, para cumplir nuestros contratos de exportación, para buscar y ampliar a otros mercados.

En el caso de los minerales, dos megaproyectos están en marcha, en Uyuni la industrialización del litio y ojalá comenzara esta gestión la explotación de hierro en el Mutún, en ambos casos se aseguran las inversiones necesarias, para que no se interrumpan los cronogramas de trabajo. Mientras tanto, otros proyectos no menos importantes, aunque de menor capacidad de rendimiento, están en la difícil y costosa rehabilitación de Karachipampa, donde se logrará lingotes de plata y plomo, que con valor agregado facturarán mayores valores de recuperación.

El tema de las fundiciones de zinc para Oruro y Potosí, queda como historia inexplicablemente retrasada, aún en condiciones tan favorables como la que se divulgó sobre financiamientos asegurados y en el caso de Oruro, hasta se definió su ubicación en el mismo complejo metalúrgico de Vinto. La industrialización diversificada es el reto del presente, hay que asumirlo sin más pérdida de tiempo.

Medios. Agencia Uru.

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