Los temas de salud y educación están consignados como prioritarios en el programa de gobernabilidad nacional, considerando que son básicos para el cuidado de una población que está sujeta a variadas circunstancias que al no ser atendidas preferentemente, postergan y alteran el cumplimiento de metas específicas, pues con buena salud y eficiente educación, el desempeño de personas mayores y menores, tendrá resultados satisfactorios, entendiendo los hechos en el ámbito general de la población.
El crecimiento poblacional tiene una serie de variables sociales que obligan a tomar recaudos para su efectivo desarrollo, eso significa que al extenderse el asentamiento de más familias en casi todas las ciudades, las previsiones municipales deben ser responsabilidades ineludibles de trabajar en la armonización urbana que implica definir la dotación de servicios básicos y en función de la densidad de población determinar la construcción de centros médicos y educativos, sin dejar de lado lo que constituye, infraestructura vial, áreas de esparcimiento, aceras y calzadas para garantizar la seguridad ciudadana.
La migración campo - ciudad que se produce como una respuesta a la falta de apoyo a las tareas de agricultores y ganaderos, es parte del déficit de servicios de salud y educación, por lo que esa demanda social se transmite en otra instancia cuando muchas familias toman posesión en terrenos de la mancha urbana citadina, donde esperan reemplazar las carencias de servicios elementales en sus comunidades.
De acuerdo al estudio de algunas organizaciones especializadas, se establece que sólo en ciudades intermedias se asignan ciertos presupuestos para la construcción de hospitales de segundo nivel o algunas postas sanitarias, mientras que es marcada la falta de estructuras educativas, lo que implica postergar los servicios de salud y educación.
Ahora bien, el reclamo social es patente en relación al gasto público cuando él mismo está dirigido a lo que se denuncia como "obras suntuarias" y no precisamente a disminuir la carencia de centros hospitalarios de tercer y cuarto nivel con servicios de especialización, pero instalados en más ciudades, que no sean sólo las del eje central, como demuestran algunas estadísticas que aluden las diferencias en función de entidades de servicio público, las de salud y educación.
No se puede desconocer que en los últimos años se incrementó la construcción de hospitales, mayormente de segundo y tercer nivel, alguno de cuarto, pero en todos los casos, y ese es el problema, con deficiencias en su implementación, lo que significa que varios de estos centros de salud no están cumpliendo los fines de su creación, manteniéndose el déficit de atención médica general.
Otro tanto sucede en el ramo educativo, con más edificios, varios sin concluir y otros sin la dotación de pupitres, pizarras, equipos de laboratorio y otros insumos imprescindibles para que niños y jóvenes puedan recibir una aceptable educación, desconcentrando algunos centros en los que se pasan clases hasta en horarios extraordinarios, para suplir la carencia de infraestructura educativa.
Ha corrido un reclamo ciudadano, rescatado por las redes sociales, ampliado por políticos y dirigentes vecinales, observando la disposición de recursos públicos en obras "suntuarias" y no en edificaciones de necesidad social, como hospitales y centros educativos. Se recuerda una promesa gubernamental y es que se trabaje escuchando al pueblo que exige priorizar políticas de salud y educación.
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