Incahuasi nos ha dado una señal, la de un paÃs dividido en parcelas sobre la hipótesis de derechos y propiedades absolutas que enfrentan a compatriotas como si de naciones extranjeras se tratase.
La filosofÃa original de las regalÃas busco equilibrios que favorecieran a quienes más necesitaban y a quienes el Estado, por diferentes razones, no atendÃa adecuadamente. Pero la realidad de hoy ha cambiado. El poderoso occidente andino del pasado atraviesa una momento complejo tras una larga depresión económica y una devastadora emigración. En tanto, las regalÃas han generado una brecha cada vez mayor entre regiones productoras y no productoras. Tarija, por ejemplo, se ha beneficiado y ha sufrido a la vez de la enfermedad del empacho de ingresos producto de una gestión ineficiente y dispendiosa con un saldo penoso que hoy trata de ser resuelto.
Para Chuquisaca las regalÃas son cuestión vital, porque su situación económica no da para el optimismo y sus indicadores sociales en algunas partes de su geografÃa están entre los peores del paÃs. Para decirlo claramente, las regalÃas por hidrocarburos hace mucho que no cumplen los objetivos que dieron lugar a su creación. El IDH repite el modelo, lo que no hace otra cosa que mantener el abismo de ingresos entre unas regiones y otras. Abismo que por sus dimensiones el Estado central no puede compensar, peor aún en un contexto en el que las susceptibilidades de unos y otros están a flor de piel.
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