Warning: inet_pton(): Unrecognized address in /home/lapatri2/public_html/wp-content/plugins/wordfence/vendor/wordfence/wf-waf/src/lib/utils.php on line 28

Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8
Haití? el reino de este mundo? - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Loading...
Invitado


Domingo 13 de mayo de 2018

Portada Principal
Revista Dominical

CINE Y LITERATURA

Haití? el reino de este mundo?

13 may 2018

"Una pluma, un lápiz, al igual que una bala de plata, puede dibujar sangre?" ? Por: Juan Manuel Fajardo - Abogado, Ensayista, Crítico de Cine

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Hace unos años alguien escribió "La gran épica haitiana no está hecha para ser contada por maestros sino para ser cantada por juglares". En la historia de Haití las leyendas y realidades son tan inseparables que en la urdiembre de ese tapete, como en el de Bayeaux (s. XII) gesta de los normandos, es casi imposible seguir los hilos del puro acontecer, sin hundirnos en la trama de lo fantástico. Una noche, el 14 de agosto de 1791 desde lo profundo e impenetrable del bosque Caimán, se escuchó el sonar de caracolas y el juramento de sangre de esclavos negros, "que encendiendo teas de venganza, redujeron a cenizas las plantaciones y complejos refineros de la próspera colonia francesa, ardió toda la planicie del Norte en un infierno capaz de albergar todos los excesos inimaginables y bárbaras pasiones, los hombres perdieron sus normales proporciones tornándose en titanes y monstruos". De 1791 a 1798 se suceden las primeras luchas anticoloniales, una inmediata represión termina con la vida del manco Mackandal quemado vivo, Bouckman decapitado y otros rebeldes fusilados, aplicando el Código Negro promulgado por el Rey Luis XIV de Francia en 1685. Los acontecimientos que luego tuvieron lugar en la isla de Santo Domingo fueron protagonizados por Toussaint Louverture, Jean Jaques Dessalines, Henri Christophe, y Alexander Petión, erigidos en generales, reyes y presidentes, considerados al mismo tiempo héroes, demonios, libertadores y tiranos.

La rebelión de los esclavos se propagó bajo el lema "Libertad o muerte". Sin precedentes, el proceso libertario de Haití fue original, allí una masa de hombres se libera del yugo de la esclavitud y al mismo tiempo de las cadenas de la opresión política. Los generales franceses Leclerc y Rocambeau son derrotados, cuarenta y cinco mil soldados de los ejércitos de Napoleón, diezmados y humillados se retiran de la antigua colonia antillana, "incapaces de someter a legiones que improvisaban sobre el campo de batalla las más audaces tácticas y que demostraban a cada trance su firme resolución de resistir, de morir antes que ser de nuevo arrojados".

En el Haití del siglo XVIII, la esclavitud fue el medio social más vil e inhumano del continente, el que había sembrado resentimientos e hizo odioso todo lo que representaba la dominación francesa; lo blanco y lo negro nociones del bien y el mal, el color de la piel fue el emblema de los rebeldes; "de cimarrones se llenaron las montañas; la ejecución previa tortura de Vincent Ogé y Baptiste Chavennes mulatos libertos en la Plaza de Armas, insuflaron en sus congéneres la ira, llamando a la indomable vocación del sacrificio; otro liberto Lacombe pereció en el patíbulo por blasfemo, al haber empezado su petición reclamando la aplicación de los derechos políticos y civiles para los hombres de su clase con estas palabras: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Lo que siguió fue una terrible explosión que consumió al país de punta a cabo. En el terreno de lo increíble y legendario aparecen personajes como Henri Christophe que nacido esclavo en Cuba, peleó como voluntario en la guerra de la independencia de las trece colonias inglesas de Norteamérica; ya general de las fuerzas rebeldes haitianas, en una serie de sucesivas victorias demostró su genio militar, ingresando al foro de la historia espetando al general francés Leclerc: "Usted no entrará en la ciudad del Cabo sino cuando esté reducida a cenizas, y aún sobre esas cenizas seguiré combatiéndolo; acto seguido antorcha en mano, inició el incendio de la plaza, y siguió combatiéndole, hasta que la muerte por enfermedad libró a Leclerc de la vergüenza de asistir a la definitiva derrota de los ejércitos napoleónicos".

El signo de renacer de entre las cenizas de una ciudad sacrificada, fue una forma anticipada de un grado de inmortalidad que se le atribuye a Christophe, que después del triunfo se erige en monarca encabezando una dinastía que construye palacios y monumentos; en los cuarteles de su escudo se fija la imagen de un águila que de entre rescoldos humeantes, emerge con este lema: "Renazco de mis cenizas". Henri I impuso un nuevo orden social, otorgó títulos y honores, ordenó nobles y mariscales, propagó el culto a su personalidad, promulgando el nuevo Código Jurídico Rural y Militar.

En lo más alto de las montañas de Haití yacen hoy abandonadas, las ruinas del palacio de Sans Souci, residencia del Príncipe heredero, una réplica de un palacio europeo del mismo nombre. Siete años duró el reinado de Henri I. Sans Souci y La Citadelle La Ferriere fueron símbolos de su autoridad y poder, esta última, construida en jornadas de sobrehumanos esfuerzos y de miedo, data de 1804; habilitada en condiciones militares de contener cualquier intento europeo de reconquista de la colonia, tenía emplazados trescientos sesenta y cinco cañones "inverosiblemente transportados desde la costa hasta la cumbre por bestias que caían desplomadas de extenuación y por hombres que superaban a las bestias en resistencia". Hacia 1818 se eclipsó la buena estrella del rey, la deslealtad y el descontento cundieron, Henry I asediado por alucinaciones y parálisis se suicidó, disparándose en la sien una bala de plata; el escenario de este último trágico acto fue el salón del trono del palacio de Sans Souci, "fundiendo su sangre con la sangre de cuantos la ofrendaron a imperio de su voluntad; con la complicidad de las sombras, sin más protagonistas que la reina María Luisa, un puñado de fieles oficiales y la silueta de La Citadelle recortándose siniestramente sobre el telón de fondo, Henri I fue sepultado en una fresca argamasa destinada a unir los últimos sillares del castillo".

El reino de este mundo?

Alejo Carpentier, escritor cubano (1904-1980), publicó en 1949 "El reino de este mundo" "Ecue-Yamba-O", narrando la epopeya de Haití. Carpentier que vivió en Europa en contacto con el surrealismo y el barroco, a su retorno realizó en 1943, un viaje por Haití y el Caribe, presenció una ceremonia vudú, "desde entonces, señala: mi interés se volcó a comprender la cultura de América y los orígenes del afrocubanismo". Algunos críticos consideran que Carpentier con esta obra creó el "realismo mágico", igual a sorpresa frente a lo inesperado, "un fenómeno improbable, resultado deliberado de la manipulación de la realidad, por percepciones sobrenaturales que invocan la presencia de algún ser paranormal o diferente de lo normal, especie de patrimonio natural del mundo latinoamericano".

Lo real maravilloso, el allá y el acá, el tiempo como conciencia e historia, con la universalidad de la cultura que expone Alejo Carpentier en "Los pasos perdidos", "El siglo de las luces, "La guerra del tiempo", y "El recurso del método", ha iluminado la literatura de Latinoamérica; Carpentier es el autor que construyó un tipo de novela, que no sólo expresa su época, sino que también la interpreta. En 1978 año en que recibió el Premio Cervantes, señaló: "En realidad yo no fui el inventor de esas dos palabras, "realismo mágico", soy solo un hombre que ha escrito unas cuantas novelas y algunos relatos; es un fenómeno ajeno a mí, puede que responda a la verdad y puede que no, pero también hay otros escritores que también son calificados del mismo modo, el colombiano Gabriel García Márquez, por ejemplo, es otro de los "realistas mágicos"; tal vez porque parte de mi obra que por razón de edad sea anterior a la de él, a mí me hayan atribuido la paternidad de ese dudoso realismo; la magia en literatura puede ser tan real como el tradicionalmente llamado realismo, no cabe demasiado la comparación ni la separación de los dos calificativos".

"El reino de éste mundo", es una novela cuya trama comienza algunos años antes de la Revolución Francesa y acaba años después de 1820. En un periodo literario de poco más de treinta años comprime un sinfín de acontecimientos, donde la historia deja de ser una concatenación lógica de hechos, para transformase en una visión íntima y novedosa del proceso singular de la realidad haitiana. La esclavitud de los negros traídos de África a servir en las colonias españolas y francesas es el marco de referencia; la religión, los ritos ancestrales, la lucha por la libertad que supone poner término a prácticas abominables de sometimiento, injusticia y humillación por los blancos europeos dueños de inmensas haciendas en la isla bautizada por Colón La Hispaniola, Quisqueya, después Santo Domingo o Ayati "Lugar Alto" en el dilecto local, son también importantes. Carpentier para recrear esta gesta libertaria, toma personajes de la realidad, Francoise Mackandal y Bouckman rebeldes negros son los primeros en liderizar el alzamiento; Ti Noel, elemento de ficción, esclavo especialista en preparar brebajes con los que envenena sin distinción a animales y a los propietarios de las plantaciones de azúcar, que sin ser letrado dice Carpentier, "creyó comprender que algo había sucedido en Francia y que unos señores muy influyentes habían declarado que debía darse la libertad a los negros, pero que los ricos propietarios del Cabo haitiano, todos monárquicos se negaban a obedecer". "Ti Noel había gastado su herencia y, a pesar de haber llegado a una última miseria, dejaba la misma herencia recibida. Y comprendía, que el hombre nunca sabe para quién padece y espera". "Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse tareas". "En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida". "Por ello, agobiado de penas y tareas, hermoso dentro su miseria, capaz de amar en medio de plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo". "Ti Noel subió sobre su mesa, castigando la marquetería con sus pies callosos". "Y desde aquella hora nadie supo más de Ti Noel ni de su casaca verde con puños de encaje salmón, tal vez, aquel buitre mojado, aprovechador de toda muerte, que esperó el sol con las alas abiertas: cruz de plumas que acabó por plegar y hundir el vuelo en las espesuras de Bois Caimán".

Los comediantes?

Graham Greene (1904-1991), periodista y novelista británico autor de "Los comediantes" (1965), una historia de gentes comprometidas y no comprometidas en el escenario de terror del Haití de Francoise Duvalier; en sus páginas indaga el significado de la vida y los límites de la difusa frontera que separa el bien del mal en la política del tirano "Papa Doc", que más que un título cariñoso entraña una velada amenaza sobrenatural; este extraño espécimen político criollo, fue el artífice desde el gobierno de purgas militares, ejecuciones masivas por los tenebrosos gafas negras "Tonton Macoutes", organización parapolicial y de espionaje a quienes se les atribuye la tortura, muerte y desaparición de centenares de haitianos opositores al régimen durante los años 60. Para Greene, en pleno siglo XX Haití es "una sangrante ironía de la historia, que mantiene y consiente las condiciones de esclavitud del siglo XVIII y XIX", Greene señaló que visitó Haití a principios de los años cincuenta, "país donde había mucha pobreza, pero había mucho turismo; conocí a poetas y pintores y también novelistas haitianos y a un hombre, que fue modelo para el Dr. Magiot en "Los comediantes", novela que en ese entonces no soñé llegar a escribir. ?l era un médico y un filósofo, pero no comunista". "Fue durante ese periodo que asistí a la ceremonia vudú que describo en la novela". "Estoy orgulloso de haber tenido amigos haitianos que pelearon tenazmente en las montañas contra el Doctor Duvalier y que éste, se hubiera enfadado tanto con mi novela; un escritor no es habitualmente tan débil como pareciera, una pluma, un lápiz, al igual que una bala de plata, puede dibujar sangre". "Los comediantes" es una de las mejores novelas de Graham Greene, marcando una nueva etapa en el desarrollo de su talento; es la lógica secuencia de la simpatía del autor por los pueblos oprimidos. El infeliz matrimonio de un diplomático, el cúmulo de decepciones del amante de la mujer de éste, cuyo principal fundamento de su credo, es el de no involucrarse en nada, sólo describir eventos a distancia tratando de no tomar partido, hasta que hechos de brutalidad política lo angustian; íntimamente cercano a la cruda realidad de Haití, hacia el final del relato, va comprendiendo la intrascendencia de su actitud hacia la vida; considerando la importancia de la realidad imperante se une a una incipiente guerrilla; ese es el estilo de Greene, soberbias descripciones realistas, análisis sicológico profundo de sus personajes, y vitalidad en la narración, atributos que lo convirtieron en uno de los mejores escritores del siglo XX.

Como muchos de sus libros, "Los comediantes" fue adaptado para el cine en 1967 por Peter Glenville, con guion de Greene y, con un reparto estelar, Richard Burton, Elizabeth Taylor, Alec Guinnes y Peter Ustinov, entre los principales; es el drama de un hombre totalmente ajeno a la política que regresa a Haití a vender su hotel y reanudar una relación sentimental con la esposa de un embajador; de hecho el argumento mejor montado daba para un especial filme de tesis política, sobre la dictadura de Francoise Duvalier, en un país hundido en la corrupción, donde cada uno de los protagonistas desempeña un rol, un papel enmascarado, "todos interpretamos comedias de salón alguna vez en nuestras vidas". "Yo también soy un poco actor, y ¿Quién no es este país?". Toques de queda, ejecuciones sumarias, robo de cadáveres, ceremonias vudús y cortes de luz para que los Tonton Macoutes hagan mejor su trabajo, rodada íntegramente en África, es una mirada fatalista al Haití de los años sesenta. Las pasiones políticas y románticas, son el hilo conductor de un guión que retrata con maestría a impostores, tiranos, diplomáticos y parásitos sociales, atrapados en una burbuja de terror alucinante, conflictiva e inquietante, como lo es la propia naturaleza humana. Peter Glenville (1913-1996), también dirigió "El prisionero" (1955), "Verano y humo" (1961) y "Becket" (1964).

El Hitler negro?

Francoise Duvalier (1907-1971), de profesión médico salubrista, presidente constitucional de Haití en 1957, llevó a cabo su campaña electoral populista preconizando la afirmación de la "negritud" de mayoría haitiana, que se oponía a la élite "mulata". Renovando tradiciones ancestrales como el vudú, imitando la imagen del famoso Baron Samadi, un hougan, deidad de la muerte y amo de los cementerios y panteones, tras sobrevivir a un atentado en 1958, consolidó su posición política depurando el ejército e instaurando un régimen sanguinario y represivo; inspirado en el fascismo italiano creó la milicia conocida internacionalmente como Voluntarios de la Seguridad Nacional (VSN), tropas de choque llamados Tonton Macoutes, despiadados asesinos que se autofinanciaban a través del crimen y la extorsión política. Reelecto en 1961, se autoproclamó presidente vitalicio, con poderes absolutos e hizo votar una Nueva Constitución en una Asamblea Nacional de mayoría oficialista. El culto a su personalidad giró alrededor de su imagen como emblema físico de su país.

Duvalier, fue en Haití el Hitler negro, en su reinado del terror utilizó el asesinato y la expulsión de sus adversarios políticos; se cuentan 30.000 mil las personas asesinadas; glorificado por sus seguidores casi como una divinidad fue apoyado por las élites acaudaladas negras, mestizas, criollas y los Estados Unidos que lo entronizaron tras repetidas invasiones de ayuda humanitarias; convertido en un protectorado norteamericano, es desde entonces un país en quiebra, donde la hambruna, las enfermedades endémicas y la desesperación son moneda corriente, se amasan fortunas, florecen las inversiones extranjeras en plantaciones de cacao, cafeto, maíz y caña; las dramáticas condiciones de vida alejan el turismo de las playas de la isla de los muertos vivientes, que hace rato dejaron de ser un mito, sus habitantes son de nuevo esclavos del abusivo poder local. El terrorismo de Estado que proclama la condición espiritista de Papa Doc, "el que todo lo sabe, y no sólo te asesina, luego de exhuma y te convierte en zombie", es el pedestal del tirano en largos años de crueldad, es un culto que no se pueden aplastar, de gran utilidad para Duvalier que se gana a las masas y las aterroriza con su fama de sacerdote de Uedo, Ogún y Damballa, es un Hitler afro "cuyo panteón en el que no cree, como tampoco el Fuhrer en el suyo, es la versión antillana de los Nibelungos, las Walkirias y las sagas hiperbóreas que imantan a unas masas en crisis de identidad, identidad que el Fuhrer, o Papa Doc van a concederles, fanatizándolas"; es una especie de paganismo social que venera al ícono tantas veces apócrifo del barrio o del pueblo. En 1971 la Asamblea Nacional enmendó la Constitución, permitiendo a Duvalier, nombrar a su hijo Jean Claude como su sucesor que gobierna 16 años, convirtiendo a Haití en una factoría de las transnacionales, noveno en el mundo en elaboración de bienes de consumo, el tercero en el mundo en producir peluches, exportaciones que superaron a las del café, el nivel del hambre y la desocupación llevaron a miles de haitianos, a vender su sangre, el tráfico de plasma pasó de las 5 toneladas mes. En diciembre de 1990 Jean Baptiste Aristide asume el gobierno como presidente constitucional, para ser derrocado en septiembre de 1991 por el general Raúl Cedrás. Tras largos años de exilio en los Estados Unidos Aristide es repuesto en 1994, para ser nuevamente destituido el 2004 por una intervención franco norteamericana. La ONU considerando que era necesario garantizar la paz, la democracia y la estabilidad en la región, crearon la Misión en Estabilización para Haití. El periodista haitiano Jean Leopold Dominique (1930-2000), fundador de la primera radio independiente en 1960 y del primer Cine Club, que colaboró con los campesinos pobres, en su reclamo por justicia social y económica durante la dictadura duvalierista, fue asesinado el 3 de abril del 2000 en la puerta de Radio Haití; los autores de este crimen nunca fueron descubiertos. Su memoria está perpetuada en el documental "El Agronomista" de Jonathan Demme, un filme con abundantes testimonios sobre este activista por los derechos humanos.

En perspectiva histórica, en fríos términos de eficiencia económica la revolución de los esclavos negros, la primera en el mundo en declarar independiente a Haití, fue una gran catástrofe, como precio del reconocimiento de su independencia Francia le exigió una indemnización de 160.000.000 de francos oro, más tarde reducidos a 60 millones. El disgusto de las potencias de aceptar cosa tan inaudita, como una república negra, se mostró con un boicot internacional; sin embargo, indudablemente en lo referente a los méritos humanos, no existe duda alguna sobre su justificación. Haití dio asilo a Bolívar, valor y ayuda material para la guerra de la independencia de las naciones del sur. Su estancamiento económico viene de entonces, al parasitismo de las élites políticas y militares se sumaron, el carácter turbulento de los gobiernos que se sucedieron; la ocupación norteamericana por 20 años de 1915 a 1935, resintió su economía, aun así, en 1946 en un gesto heroico Haití, pagó al National City Bank, que había permanecido en el Ministerio de Finanzas desde la ocupación, una deuda de 67 millones de dólares. Los congresistas aportaron con la quinta parte de sus salarios, los comerciantes, choferes, empleados públicos y los escolares, todos contribuyeron.

Haití hoy, lucha por dejar atrás el tanto dividirse y atacarse entre ellos mismos, remontar la humillación de ser un país ocupado y renacer de entre los escombros de los terremotos políticos y de los otros que la asolaron, sin renunciar a su religión, el vudú mezcla de cristianismo y ritos ancestrales africanos, una salida emocional, un escape a sus desventuras. La supersticiosa creencia de hombres zombies muertos por hechiceros, para luego ser revividos y servir sólo de cuerpos sin alma, es en el fondo un simbolismo expresivo de la esclavitud; "mejor muerto que medio vivo en la esclavitud"; así que en la sospecha de que alguien murió por un hechizo, su cadáver deberá ser atravesado por un cuchillo, mejor de plata, para asegurarse que no será revivido y esclavizado como zombie.

Notas: A. Carpentier: El Reino de este Mundo. Ed. Seix Barral, 1967.

G. Greene: Los Comediantes.

Ed. Sudamericana. 1999.

M.L. Grau: La revolución negra.

Ed. Ocean Sur. 2009.

W.Krehm: Democracias y Tiranías

en el Caribe. Ed. Parnaso. 1957.

Para tus amigos: