Marx y la Revolución Comunista

El autor no deseaba referirse a la vida de Carlos Marx, quizás por reiterativa, pero la vida te obliga a no callar, este gran hombre ha pasado por muchos filtros y opiniones, para algunos fue el creador de un totalitarismo en el que él nunca pensó, en realidad era un demócrata pleno, en el sentido de los más grandes pensadores griegos, que otros u otras hicieron cosas en su nombre ya es distinto. ¿En qué pensaba este pobre en dinero y grande en ideas, además de tantas hijas? Era en la dignidad humana. No es su gran obra: "El Capital" la que nos obliga a una reflexión necesaria, sino su trabajo filosófico y posición política. Este hombre se distinguía por su amor a la Humanidad, pero, además, por su posición dura en el sentido de la Revolución, y así falleció. Nunca tuvo ambiciones de poder, las despreciaba, se caracterizó por su simpleza, a pesar de su genialidad impresionante. Lenin lo manifestó con claridad diáfana.

La oportunidad del Manifiesto Comunista radicó en su protesta, construida y recreada por la genialidad de Marx, en su resistencia y en su persistencia -aún hoy- contra los crímenes de la sociedad burguesa, la que, en sus diversas versiones, caracterizadas por el dominio del capital, se apoderó del mundo y lo prostituyó para su beneficio parcial y egoísta, que no solamente envileció a la mano de obra contratada en términos injustos, sino que famelizó el pensamiento del propio trabajador. Por ello nació la Revolución, en la necesidad del levantamiento contra un orden caduco: el del poder de la clase burguesa, pero hay que ver las cosas en su contexto. Ya pasaron casi muchos años del proceso, del hecho que se tradució en 1848 con muchas luces y pocas sombras. Y, como correlato necesario e imprescindible, debido a debilidades subjetivas, pero aún así necesarias por su trascendencia simbólica, en 1871 la Comuna de París fue aplastada sangrientamente por el "régimen anciano de la oligarquía francesa", el absolutismo de la reacción europea posterior a la Revolución Francesa, pero con la colaboración de la novel burguesía que ya había adquirido fuerza. Los trabajadores necesitaban una proeza grandiosa para comprender su rol en la transformación de la sociedad. La derrota sirvió decididamente para cambiar la mentalidad de mucha gente de avanzada que todavía tenía dudas. En la historia las derrotas no siempre lo son y las victorias pueden ser pírricas, o sea tan miserables que al final se diluyen en en otras batallas decisivas que pueden llevar al desastre o a la gloria. Y Marx tuvo mucho que ver en la identificación y la definición de estas circunstancias.

Por lo menos en Tréveris, Alemania, lo honran, a pesar de las protestas de los fascistas de nuevo cuño. Y también en otro lugar creado por los mejores políticos del socialismo alemán, es Chemnitz, una ciudad del antiguo territorio germano-oriental que no estuvo ligada con ninguna etapa de la vida del filósofo, pero que durante 37 años, entre 1953 y hasta 1990, se llamó Karl-Marx-Stadt. Ahí sigue en pie el busto de 7,10 metros de alto, obra del escultor soviético Lew Kerkel e inaugurada en 1971 en esa ciudad germano-oriental, a modo de regalo a su "clase trabajadora". Honor y gloria a Marx.