Mi mamá atendÃa las narraciones de don Jacobo embelezada y sentÃa en el fondo de su alma el dolor de su gente que a lo largo de tanto tiempo no recibió del mundo más que maltrato y desprecio. Aquello lógicamente, para una niña de escasos 10 años, sonaba a lo peor que uno pudiera imaginar.
Fue tal el impacto que dejó este personaje en el corazón y la memoria de mi madre que cuando yo trataba de explicarle lo que hoy por hoy (estas charlas tenÃan lugar hace unos 10 años) es el Estado Sionista de Israel y lo mucho que ha cambiado desde que pudo ejercer dominio sobre el Canal de Suez y someter a Palestina. De aquel pueblo errante y sufrido no queda nada, hoy en dÃa domina la geopolÃtica y economÃa mundial, es una potencia atómica y en muchos casos sigue generando tanta antipatÃa como hace 30 siglos.
Como el judÃo no responde a una nacionalidad optada por el lugar de nacimiento sino más bien por su origen y formación religiosa, además de la importancia que le dan a su apellido si tiene origen semita, su presencia es universal y por lo general están en puestos de decisión polÃtica y económica en las instituciones de mayor peso en el orbe, de tal forma que la influencia de su pensamiento y juicios tienen un peso especÃfico imposible de ignorar o no ser afectados.
Pero ¿cómo es posible que la historia que los ha marcado a fuego con la experiencia del dolor, no le permita a su cúpula polÃtica judÃa tener un pensamiento progresista, solidario y sensato?
Y es que la reflexión al parecer no tiene memoria y ese no es un problema de la comunidad hebrea exclusivamente, sino es al parecer un problema humano en general.
Los humanos aparentemente son incapaces de ver su pasado con el análisis debido para poder lograr un acto de conciencia noble que se llama agradecimiento, ya que este a lo que convoca es a dar lo que se recibió en algún momento.
Sin embargo, hoy en dÃa, los europeos a nuestros migrantes humillan, denigran, expulsan y cierran el paso como si no tuvieran con nosotros una deuda económica y moral que no sólo data de lo acontecido en el Siglo XX sino de casi cuatro siglos en los que nos colonizaron y robaron lo que quisieron, y que mantuvo la economÃa de un continente condenado al hambre de no haber sido nuestro descubrimiento.
Pero Santa Cruz no puede desconocer que todo el paÃs y en especial los departamentos mineros han puesto la riqueza de sus entrañas y el trabajo de sus hijos para que todo ello sea una realidad.
Olvidar nuestro pasado o hacernos de la vista gorda por los intereses de actualidad coyuntural nos quita nuestro sentido de humanidad, pero lo que es peor, nos olvidamos que el mundo da vueltas y que el dÃa de mañana, podemos estar al otro lado de la vÃa una vez más.
(*) Es paceño, stronguista y liberal
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