La complejidad de la empatía

El concepto del epígrafe se utiliza frecuentemente para designar una situación de emoción con muchos ámbitos de sentidos, por ello que empatía pertenece al género sociológico de la conducta simpática a la cual, a su vez, al menos, pueden distinguirse seis series de fenómenos.

Adam Smith, por ejemplo, se ocupó con gran detenimiento de una clase de simpatía en la que el espectador (cualquier persona), con la finalidad de aliviar su propio malestar e inducido por una especie de contagio afectivo presta auxilio al que sufre.

Así los seis fenómenos precitados pueden resumirse de la siguiente manera: la transpatía, que es diferente en gran dimensión a la solidaridad afectiva experimentada por personas que lloran en común, como en el caso de la pérdida del mismo ser querido; estas personas expresan solidariamente no sólo el mismo complejo de valor, sino la misma disposición afectiva en relación con él, entonces se denomina su emoción.

La propatía es una parte de la serie donde se identifican otras clases de emoción en las que el yo y el otro son percibidos separadamente, por ejemplo esa índole de relación afectiva con un personaje que puede ser sentida por el actor que lo representa o por el novelista con respecto a su protagonista o por el biógrafo en función a la persona viva o muerta sobre la que escribe. Existen frases que ejemplifican esta acción como "identificarse con su papel", para citar sólo una.

La mimpatía es la razón de la importancia de las capacidades emocionales para el arte y la declamación, aunque sepamos que no sólo se presentan en el arte escénico sino en muchas contingencias de la vida real, como en los alegatos jurídicos y discursos políticos bien estructurados según la oratoria. La endopatía que se desarrolló inmersa en la teoría estética y se empleó para explicar el porqué de un observador que siente placer ante una línea que se curva sinuosamente. En la actividad comercial se advierte a los trabajadores que, aunque no necesitan simpatizar con los clientes, deben tratar, empero, de comprenderlos endopáticamente.

Indudablemente el lector tomará consciencia que la mimpatía es necesaria para estudiar un caso y las demás son prescindibles. A la unipatía se la puede considerar estrechamente unida con la transpatía, sobre todo cuando el contagio afectivo se produce en una personalidad sugestionable en sumo grado.

Lo importante, a criterio del columnista, es que cualquier definición de la conducta simpática, que incluya al vocablo empatía que, como decíamos, se lo utiliza frecuentemente en el lenguaje coloquial, que no contenga los conceptos de estas seis variedades será insuficiente para lograr una inteligibilidad completa de lo que sucede internamente, resultado que ayuda a los humanos a identificar con precisión sus emociones.

(*) Abogado corporativo, posgrados en Conciliación y Arbitraje, Interculturalidad y Educación Superior, Docencia en Educación Superior, Filosofía y Ciencia Política (maest), doctor honoris causa, escritor.