GarcÃa Meza: el peor efecto de las dictaduras militares
06 may 2018
Carlos D. Mesa Gisbert
La muerte de Luis GarcÃa Meza encuentra al paÃs en la tensión entre autoritarismo y democracia, pero en un contexto muy diferente al que tuvo que enfrentar la derrocada Presidenta Lidia Gueiler, que en 1980 luchaba por encaminar por la vÃa de las urnas una idea todavÃa incipiente en torno a la consolidación de los derechos y las libertades ciudadanas.
En el periodo 1964-1982 el paÃs vivió dos interregnos democráticos. El más relevante el de la elección de Barrientos y el periodo constitucional 1966-1969, en el que confluyeron cuatro acontecimientos que expresan muy bien las grandes paradojas del momento: la promulgación de la primera Constitución que se probó en una democracia real desde 1982, la vigencia del pacto militar-campesino, la guerrilla del Che y la masacre de San Juan. Periodo clausurado por la muerte de Barrientos, a pesar del breve periodo de unos meses de la presidencia de Luis Adolfo Siles. El otro, mucho más turbulento, que abarcó el periodo 1979-1980 (Guevara-Gueiler) que fue brutalmente cortado por Natusch y GarcÃa Meza.
En ese escenario, nadie duda de que la dictadura que dejó mayores secuelas fue la de Banzer, no sólo por su duración sino por que representó un proyecto claro como parte de una estrategia regional. Precisamente esa es su diferencia con la chapuza de GarcÃa Meza. Banzer resolvió en sangre una división polÃtica y social que entonces la democracia no podÃa solucionar, porque ni existÃa ni estaba en el horizonte ideológico de los protagonistas de esa historia. El modelo del banzerismo era el nacionalismo desarrollista, anticomunista y antiobrero. Su sustento de "orden, paz y trabajo" se afianzó en la violencia, la represión y la supresión de las libertades ciudadanas, pero la alianza del dictador con el MNR y FSB, mostró que contaba con una base de respaldo polÃtico y social en un paÃs partido ideológicamente.
Toda una generación que ya ha superado los treinta años de edad y que con buenas razones critica nuestra democracia, no habÃa nacido cuando se produjo el golpe del 17 de julio de 1980. El personaje y los dramáticos hechos de entonces son para ellos parte de las brumas del pasado. Sólo recordando ese tiempo desolador, no como autoflagelación sino como enseñanza, podremos valorar en su exacta dimensión el heroico logro colectivo del 10 de octubre de 1982 que se pretende minimizar, como si fuera un episodio secundario frente a los hechos de 2006-2009. Ese 10 de octubre fue uno de los momentos estelares de la historia boliviana, entre otras cosas porque puso fin a una excrecencia de la historia, el peor efecto de las dictaduras militares.
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