"El aniversario debe servir para la reflexión histórica y la recuperación de las esencias de su pensamiento", añadió Beck, en la apertura de los homenajes al filósofo, incluida la inauguración de la estatua de Marx, regalo de China para la ciudad.
En parecido sentido se pronunció la actual jefa del gobierno del "Land" y asimismo socialdemócrata, Malu Dreyer -"no podemos responsabilizar a Marx de los crÃmenes cometidos en su nombre", dijo, en alusión a las dictaduras comunistas pasadas o presentes.
En contra de ese homenaje habÃa convocado una marcha de protesta por el casco histórico la delegación local de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
Las crÃticas no se limitaron a esa formación radical. El hecho de que sea un regalo de China -y de que a los homenajes asistiera una delegación institucional de ese paÃs- no ha ayudado a granjearle simpatÃas.
El PEN Club alemán recordó estos dÃas la situación de los derechos humanos y libertad de expresión en ese paÃs, mientras distintas organizaciones cÃvicas criticaron asimismo el monumento.
La ciudad natal de Marx, junto a la frontera con Luxemburgo, quedó muy lejos de la frontera con la RDA que partió el paÃs, desde 1949 a la reunificación de 1990, tras la caÃda del muro de BerlÃn.
El filósofo pasó ahà su infancia y su juventud, mientras que el resto de su vida discurrió entre otras ciudades alemanas y luego entre ParÃs, Bruselas y el exilio en Londres, donde murió en 1883.
Otro lugar que recuerda en estos dÃas al pensador es Chemnitz, una ciudad del antiguo territorio germano-oriental que no estuvo ligada con ninguna etapa de la vida del filósofo, pero que durante 37 años, entre 1953 y hasta 1990, se llamó Karl-Marx-Stadt.
Muchos de los ciudadanos de Chemnitz han crecido ya en la Alemania reunificada, pero el monumento ha dado ocasión a sucesivas "performances" artÃsticas, como el que tuvo lugar diez años atrás, en el 190 aniversario, cuando se "empaquetó" a Marx en un cubo.
La experiencia artÃstica diseñada para este bicentenario, pre estrenada el jueves, consistÃa en convertir la estatua en "elemento parlante", con el filósofo en diálogo con lÃderes actuales, del ruso VladÃmir Putin al estadounidense Donald Trump y o la canciller Angela Merkel.
En ese diálogo se recuerda que Marx nunca visitó la ciudad, pero se sostiene que, de haberlo hecho, habrÃa sido "muy bien recibido".
Fuente: Por: Gemma Casadevall BerlÃn, 5 (EFE)
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