La corrupción en la actividad del servidor público
29 abr 2018
Raúl Pino-Ichazo Terrazas
Los derechos humanos, civiles y polÃticos están nÃtidamente expresados en la Declaración General de Derechos Humanos y rezan entre los principales para abordar el epÃgrafe: la igualdad de derechos, prohibición de discriminación, derechos participar en la gestión de asuntos estatales; aquà precisamente, debiera añadirse participación sin corrupción que es un sÃntoma real que algo no funciona o no ha funcionado bien en la gestión de un Estado.
Las instituciones diseñadas para la interrelación entre ciudadanos y el Estado, se utilizan, en vez de ello, para enriquecimiento personal y para proporcionar beneficios de los corruptos, lo cual es una antinomia a la utilÃsima labor de un servidor público. El mecanismo de precios que con frecuencia es fuente de eficacia económica, un elemento de crecimiento económico, puede, en forma de soborno, socavar la legitimidad y la eficacia de un gobierno.
Todos los Estados, sean indulgentes o represivos, controlan la distribución de beneficios valiosos y la imposición de costes onerosos; esta distribución de beneficios y costos de halla bajo el control de funcionarios públicos que poseen un poder discrecional. Las personas y las empresas privadas que desean un trato favorable pueden estar dispuestas a pagar para obtenerlo siendo estos pagos corruptos si se hacen ilegalmente a funcionarios públicos con la finalidad de obtener un beneficio o para evitar una tasa o un impuesto.
Aunque los delitos de corrupción tienen una tipologÃa penal, en la situación actual no es suficiente, pues cuando los funcionarios públicos no conocen otra alternativa que continuar con las costumbres que adquieren de sus propios jefes, el cáncer se expande y extirparlo es casi imposible ¿Cómo convierto a un funcionario corrupto a la honestidad si desde su inicio en la función pública sólo aprendió el cohecho, a extorsionar y a vivir con ello, auxiliado con considerables sobresueldos y a un nivel económico que no le corresponde?, la respuesta es el silencio debido a que el problema es mental por la aferrada costumbre transmitida para sostener el sistema de corrupción.
Asà como las drogas son un problema actual sin solución sino por la educación de los niños desde la escuela, de la misma manera se deben educar a los niños al conocimiento de la corrupción para que cuando ejerzan funciones públicas ya dispongan de la base moral incorruptible que desterrarÃa cualquier atisbo de tentación.
Se deben desechar los eufemismos sentimentales y educar a los niños con materias especÃficas sobre la adicción a las drogas y la corrupción, desde la edad de seis o siete años, aunque duela el alma de los padres, apartándolos abruptamente de la ingenuidad y de la vida despreocupada de la niñez, empero, es mejor enfrentarlos a la realidad oportunamente, antes que verlos reparando largas penas de privación de libertad en su adultez.
De no encarar este problema con decisión y medidas draconianas, estos niños, ya conscientes, exigirán explicaciones a las instituciones que regulan la educación y a los propios padres acusándoles de desidia al no someterlos a una educación rÃgida sobre estos temas que consumen y desestructuran irremisiblemente a las sociedades.
(*) Abogado corporativo, posgrados en Arbitraje y Conciliación, Interculturalidad y Educación Superior, FilosofÃa y Ciencia PolÃtica (maest), Docencia en Educación Superior, doctor honoris causa, escritor.
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