Las melodÃas de una canción de Air Suply le dan un aire de paz y armonÃa al lujoso Audi que conduce Diego Iturralde por la carretera número 9 de la provincia de Salta rumbo al norte.
A la velocidad que avanza le toca sobrepasar a varias movilidades hasta que se topa con un camión, cuyo viaje cansino provoca que el moderno Audi reduzca su marcha. Empieza a maniobrar para adelantarlo pero el conductor del viejo carro no se lo permite y zigzaguea por la ruta con el claro afán de molestar a quien iba por detrás.
Cuando lo pasa cambia de marcha, pisa el acelerador y se aleja raudamente de aquel torpe conductor.
Asà comienza el tercero de los seis "Relatos Salvajes" que se reproducen en la pelÃcula del mismo nombre que se estrenó el 2015 y que recibió crÃticas que llegaron a posicionar a este filme entre los tres mejores de la historia del cine argentino, no sólo por la producción, sino por elementos como el guión, el destaque de actores de altÃsima jerarquÃa como Ricardo DarÃn, Oscar MartÃnez, Leonardo Sbaraglia, Ã?rica Rivas, Rita Cortese, Julieta Zylberberg y hasta DarÃo Grandinetti entre otros que interpretan media docena de historias de humor negro y suspenso que bien valen verlas.
Justamente esta historia de automovilistas es una de las más violentas de la cinta, puesto que mientras ya transitaba las rutas de Jujuy y dejado en el olvido el ingrato episodio con el camionero, pincha una rueda y tiene que quedar detenido a la orilla del camino a unos cuantos metros de un puente sobre el rÃo Las Conchas sobre la carretera que une Cafayate con Salta.
Sólo le faltaban ajustar los pernos a la rueda de auxilio cuando ve al camión del insultado conductor pasar por donde estaba y tras avanzar algunos metros se detiene y decide dar retro y parar a pocos metros del Audi.
Diego se asusta y se mete a su auto poniendo seguro, pero el fornido y porfiado camionero sabÃa que si no se cobrarÃa justicia por los insultos con la cara de su ofensor lo harÃa con su auto. De manera que se detiene sobre el capó, defeca y orina encima del mismo, le rompe los limpia parabrisas y hace todo lo posible por humillar al asqueado pero temeroso sujeto que resignado le pide disculpas y que pare de una vez con los destrozos.
Los dos se trenzan en una gresca que pone a uno con los nervios de punta, pellizcando la butaca del cine, mientras se golpean y ahorcan y se dan con todo. Para terminar la barbarie, el abusivo camionero deja ahorcado a Diego con el cinturón de seguridad y no tiene mejor idea que prenderle fuego al lujoso carro.
Pero de donde ya no quedaba nada, Diego saca su último esfuerzo, pisa donde puede encontrar apoyo y logra aferrarse a un camionero que ya no puede escapar y sabe que en pocos segundos el fuego llegarÃa al tanque del combustible.
Cuando una camioneta conducida por un mecánico que llegaba con la salvación para el Audi estaba cerca del puente, una tremenda explosión eleva fuego por los aires sellando el fin de la vida de dos personas que se habÃan peleado hasta la muerte sin siquiera saber el nombre de su odiado contrincante.
La escena siguiente muestra a dos oficiales de la policÃa argentina inspeccionando la escena del crimen y de pronto se les aproxima un periodista a hacerles las preguntas de rigor. Cuando cuestiona sobre los móviles del suceso y el uniformado no tiene el menor desparpajo en afirmarle al reportero que con seguridad se trataba de un "crimen pasional".
Un diagnóstico por demás apresurado, pero al menos tenÃa una base sólida para lanzar tan apurada teorÃa, ambos cuerpos se hallaban abrazados de tal forma que realmente se podÃa deducir que se trataba de un par de amantes que habÃan optado por fundir su amor entre llamas ante quizás la posibilidad de demostrar su pasión abiertamente a la sociedad.
Existe una teorÃa muy empleada por los forenses que reza: "nada habla más y mejor que un muerto" y la escena de un crimen con un levantamiento profesional lo propio, par de tesis que nuestra querida y no siempre bien ponderada PolicÃa Nacional Boliviana tira por los suelos cuando se le pide que investigue algún hecho criminoso.
El hecho de que se haya conservado la versión de que la primera explosión se trataba de una garrafa de gas por casi más de tres semanas, cuando en realidad habÃa sido una bomba ya pinta de cuerpo entero la inexperiencia y hasta absoluto desconocimiento de los miembros policiales a cargo de este tipo de investigaciones.
Pero lo peor de todo es que para darle algo de certidumbre a la ciudadanÃa, no tuvieron mejor idea que culpar a la pasión por las muertes que no pueden cientÃficamente justificar. Es una verdadera lástima que una institución que le dio tanto al paÃs cuando el ejercicio policial era casi empÃrico, daba muestras de mucha eficiencia, sin embargo, hoy que la ciencia nos desborda, los nuevos oficiales no pueden ni con ella ni con la tradición.
(*) Paceño, stronguista y liberal
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