Domingo 20 de junio de 2010
ver hoy
El ejemplo está en los profetas: Todos ellos se llevaron de gozo no sólo con la revelación que recibieron por gracia divina sino que aceptaron complacidos la tarea de anunciar y dar testimonio del amor divino: Zacarías proclamó al mundo la salvación mediante el Hijo Amado: “se alumbrará un manantial, a la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e impurezas”.
Y, muchos años después se sumó Pablo, que nos dijo que esa salvación es para todos; “Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos son uno en Cristo Jesús. Y, si son de Cristo, son descendencia de Abrahán y herederos de la promesa”.
¿Cuál es al revelación y la promesa para nosotros? La que Jesús les hizo a los apóstoles: “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día”.
¿Y la misión? La misión es un hermoso desafío para cada uno de nosotros: “El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará”.
Fuente: LA PATRIA