El espíritu racista de la polémica ley SB1070 parece planear sobre la frontera méxico-estadounidense y cobra ya las primeras víctimas mortales.
El 7 de junio, un agente de la Patrulla Fronteriza asesinó de un balazo en la cabeza a Sergio Hernández, estudiante de secundaria de 14 años que jugaba fútbol cerca del llamado Puente Negro, que comunica Ciudad Juárez, en Chihuahua, con El Paso, Texas. Varias evidencias y testimonios confirman que un agente de la "Border Patrol" violó el territorio mexicano y disparó a quemarropa al joven.
Existen videos que se tomaron del crimen y los rastros balísticos dejados en el lugar de los hechos.
Dos semanas antes, Anastasio Hernández, un trabajador mexicano sin papeles, con 27 años de residir en San Diego y padre de cinco hijos, algunos de los cuales nacieron en Estados Unidos, fue asesinado en San Isidro, California.
Su muerte fue provocada por una golpiza y descargas eléctricas con táser (arma de electrochoques) que le propinaron más de 20 agentes de la "migra".
De acuerdo con testigos y videos, Hernández, quien se resistía a ser deportado, estaba boca abajo en el suelo y esposado, y pidió ayuda y clemencia hasta que se le extinguió el último aliento. Un agente interpelado declaró que "obviously he´s not cooperating" (obviamente él no está cooperando).
En ambos casos los análisis forenses confirman los hechos.
Mientras tanto, en Washington, la política de Estado del presidente Barack Obama restó importancia a los asesinatos y protegió a los delincuentes uniformados.
Al salir en defensa del policía que asesinó a Sergio Hernández en Ciudad Juárez, la Patrulla Fronteriza señaló que el joven mexicano le estaba tirando piedras al agente y que las piedras son "armas letales".
Si un policía teme por su vida, "su mano se ve forzada" a disparar contra el agresor, argumentó la "Border".
Por su cercanía temporal, es difícil pensar que los arteros homicidios formen parte de una funesta coincidencia, producto de simples excesos de fuerza de agentes estadounidenses.
En los videos queda claro que los policías actuaron con alevosía y premeditación al cometer esos crímenes.
Como si se tratara de enviar a los migrantes indocumentados un mensaje de fuerza, intimidación y miedo.
Ello se da en medio de un clima de xenofobia anti-inmigrante en los tres estados del Sur de Estados Unidos fronterizos con México.
Ocurre, también, cuando absurdas leyes que criminalizan a los migrantes, como la Ley Arizona, son expresión de un odio cultivado largamente por cadenas de medios como Fox News y organizaciones conservadoras racistas, incluidas Minuteman y Tea Party.
En ese contexto, la tibieza de Obama podría indicar que no se esté ante dos crímenes aislados y sí ante una nueva política en la que el endurecimiento y el abuso criminal sean los instrumentos con los que se busca desalentar la migración ilegal.
(*) Articulista y colaborador de Prensa Latina, México.
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