Tras una separación matrimonial, en la mayorÃa de los casos uno ya no se contenta con estar solo por mucho tiempo, puesto que aquà y allá ya nos está haciendo señas una nueva propuesta; puede tratarse de un nuevo compañero de vida que uno ha encontrado en su trabajo, o de una nueva compañera que en un acto social hizo que se encendieran los sentidos del hombre. Actualmente los riesgos se aceptan rápidamente con gusto.
Si del matrimonio habÃan nacido hijos se hacen los compromisos habituales, o bien se quedan con la madre o con el padre, o se encarga a los abuelos que cuiden de los niños. En la mayorÃa de los casos el uno o el otro progenitor pueden visitar a los niños de vez en cuando. La generosidad de ambos progenitores encuentra su expresión en la promesa mutua de seguir ocupándose de los hijos. Sin embargo para esos niños que dejan tras de sà esto significa que a ellos solo pueden dedicarles el limitado tiempo restante, porque ambos progenitores ahora viven solos. Como sustitutivo de la vida familiar los pequeños han de acudir entonces a un jardÃn de infancia. Si el hijo ya va a la escuela, el tiempo de estar solo esperando a que los padres vuelvan del trabajo se salva con el «sustituto» llamado televisión.
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