¿Es confiable el Facebook para evitar la mentira política o social?

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Los resquicios comprobados de inseguridad en la protección de datos de las personas en Facebook, sitúan a la humanidad en una disyuntiva inminente de elección meditada cuando confía sus datos. Las deposiciones declarativas del dueño de Facebook ante una comisión congresal de los EE.UU. y su confesión sobre la evidencia de sustantivos errores hace más necesaria la reflexión sobre la confianza en Facebook.

Ante estas acciones sobre la fiabilidad de Facebook, a este columnista le parece un dislate la afirmación del propio Zuckerberg (dueño de Facebook), "que estos errores admitidos se corregirán con más Facebook".

La democracia y las instituciones republicanas se encuentran en el apogeo de descrédito; los privilegios de unos pocos con presuntas cartas de derechos adquiridos y se acentúan las desigualdades que lesionan la dignidad de las personas.

Se está imponiendo hablar de la verdad posterior y, algunos lo asimilan como un nuevo paradigma. Este vocablo post verdad surgió fundamentalmente de los referendos efectuados en Europa y de las elecciones en los EE.UU., y los resultados sitúan a la humanidad en una democracia post verdad. En efecto, ya no importa que un hecho sea verdad o mentira; lo importante es lo que sienten los votantes ante este hecho.

Lo sucedido en Bolivia en un polémico referendo, es una prueba fáctica del poder de la mentira a través de la informática, según afirman los dignatarios de gobierno. Ante ello debe investigarse hasta obtener la verdad en la profundidad para bien de la población. Esta evidencia surgida sitúa a la población ante una política donde se esgrime un discurso basado "aparentemente" en hechos, pero que son falsos y están tergiversados y manipulados para intereses subalternos de orden político.

La población en Bolivia debe saber que la llamada "democracia sentimental", no es nada nuevo; la gran diferencia radica en los medios (salvo honrosas excepciones), que ya no logran formar opinión como antes y la tecnología comunicacional los ha desplazado y, es triste, que los políticos actuales sigan defraudando y desencantando a los miembros de un partido o simpatizantes, y sobre todo a la población; los analistas y opinólogos se equivocan estrepitosamente en las encuestas y pronósticos (para muestra la última elección en los EE.UU.), finalmente exacerban a la población los mensajes electrónicos de políticos con exabruptos e infundios enviados irresponsablemente.

Los sabios griegos inventores de la democracia exultaban la acción de los políticos y realizaban un verdadero apostolado por servir sólo a la población como un lema de vida inderogable. El griego Tucídides que participó en la guerra del Peloponeso (conflicto que enfrentó a Atenas y Esparta por la hegemonía del mundo de ese entonces), advirtió sabiamente que en cualquier guerra la primera baja es la verdad. A este ateniense se le reconoce como inspirador del realismo político (Realpolitik), que es la política de la realidad y que establece que la política entre naciones se la hace en función al poder, no en razón a la justicia.

Esto es precisamente, lo que con la fuerza y vigor mental de la población hay que destronar y que el peso decisorio descanse en la justicia no en el poder y, se hace imprescindible, que la población se autoeduque y presione sin pausa para que en la conducción política de la cosa pública, la verdad asuma rol fundamental.

Aristóteles, creador de la más profunda y útil definición del Derecho: "el Derecho es la razón libre de pasión", veía la realidad como única verdad, por lo que es necesario extraer como corolario que la mentira se adapta muy bien al potaje político y la población no debe acostumbrarse a digerir historias mentirosas de los medios electrónicos y la libertad de opinión debe basarse en los hechos; lo que exige poseer una a información que sea veraz; ahí descansa la piedra angular de la misión inviolable y necesaria del periodista y que Facebook, aunque lo niegue trata de minimizar o peor, suplantar.

Por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas Abogado corporativo, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior, Docencia en Educación Superior, Filosofía y Ciencia Política (maest), doctor honoris causa, escritor.