"Fueron los curacas los que bajo la administración colonial se vieron obligados a adoptar el tÃtulo de "caciques" como en el caribe, conservando con ello parcialmente sus facultades de gobierno y administración, asà como su legitimidad, pero sujetos al sistema de explotación colonial. Sin embargo, el cacique conserva aún los rasgos nativos de autoridad, como es el ser Awki (padre) del ayllu. Esta es la base de su legitimidad", afirman Carlos Mamani e Igidio Naveda en su texto "Reconstitución del ayllu" publicada en 2016.
Primero, la tendencia a la sumisión por parte de la sociedad indÃgena se valoriza de manera opuesta. Según el protector de los naturales del distrito de La Plata, "los indios /son/ gente que de su inclinación no respetan sino es a los señores principales" (1597, probanza F. Ay moro, AGI Charcas 44). Para el corregidor de Pacajes, al contrario, "conociendo su calidad /de los indios/ ser tan pusilánimes y querer ser tratados con rigor usa de los caciques con tanta exorbitancia que son dueños de sus personas y haciendas" (1608), carta al virrey Montesclaros, ADI). Se podrÃan entender estas tendencias indÃgenas contradictorias, entre independencia y pusilanimidad, por la herencia de las formas absolutas de control inca: "por aver quedado aquel reconocimiento y sujeción del tiempo del ynga de obedecerlos y reverenciarlos como a señores absolutos" (Procurador de La Plata, 161 O, ADI), tesis ya difundida en el siglo anterior.
En fin, tercera incógnita extraña: ¿cómo conciliar este poder absoluto ("tienense ya por señores absolutos y los corregidores viven con ellos y no osan disgustarlos", L. Osorio de Q., comienzos del siglo XVII, AGI 1238)"
Las normas andinas conjugan el ideal de valentÃa y los signos fÃsicos del poder. "El beber mucho y tener cabeza fuerte que no se trastorne tenÃan por gran valentÃa" -dice el jesuita anónimo autor de las Costumbres curiosasÂ? (1968: 176). Waman Puma pinta al Cullic Chava como "un señor grande de ser muy gordo", quien desafÃa al delincuente con comer y beber mucho (1980: 891). Â?Durante el siglo XVII, este aspecto sigue notándose en la persona del cacique-gobernador: "muy gordo y muy grave como de ordinario lo son todos los indios que tienen este mando" (Arzans y Vela, año 1663, 1965, tomo 2: 222). Más allá de la obesidad funcional, Matienzo subraya la doble capacidad de ocio y de gestión de los caciques y principales: "holgar y beber y contar y repartir que son en estos más diestros que ningún español"(/1567 / 1967: 21 ).
Tampoco debe sorprender la pronta asimilación por los caciques de las normas de prestigio español. Lo cual les permite ocupar un rango superior en los estamentos coloniales: "estos gobernadores son indios todos muy ladinos. Muchos visten a lo español y ciñen espada y se tratan con ostentación y buen lustre porque los más son ricos... " (RamÃrez del A. /1639/ 1978: 124). El mismo autor describe la casa-palacio de los Aymoro en La Plata e inserta en su manuscrito una copia del pleito puesto por los ayllus de Pocoata contra su cacique, quien baja a los valles con sus concubinas, duerme con música y "hace ostentación en su comida comiendo todos los potajes y manjares dorados con oro que para el efecto tiene un pintor" (Ãdem). Sin embargo, el mismo encausado aclara que "fue parte para que se hiciese en el dicho pueblo la iglesia más suntuosa de toda la provincia" (probanza. 1637, AGI Charcas 56).
Para Saignes el campo más importante, y desgraciadamente el menos conocido, con el que coincidimos "Toca a las creencias y prácticas religiosas. Los cultos andinos privilegian los lugares sagrados de origen (o wakas), las momias de los antepasados (en particular las de los caciques) y algunos rituales expiatorios (confesión y penitencia) o propiciatorios (en caso de crisis climática). "Cada familia tiene su confesor señalado que suelen ser los caciques y principales; ordinariamente suelen ser hechiceros a los cuales no osan negar ninguna cosa porque creen que los confesores lo saben todo y que morirÃan si alguna cosa dejasen" -advierte un autor de fines del siglo XVl. El poder local que puede generar este tipo de práctica es incomparable con las presiones que podÃan ejercer otras autoridades españolas. Arriaga, extirpador de idolatrÃas, relaciona su vigencia con "el cuidado y solicitud /de los curacas y caciques/ en honrar y conservar los hechiceros, esconder sus huacas, hacer sus fiestas, saber las tradiciones y fábulas de sus antepasados y contarlas y enseñarlas a los demás" (/ 1621 / 1968: 222). Y el inquieto franciscano B. de Cárdenas, al visitar el arzobispado de Charcas, reconoce que "algunos o los más /caciques/ fomentan las hechicerÃas e idolatrÃas" (1632, BN, Madrid). Lo que significarÃa que los caciques no han perdido su papel de intermediarios mágico-religiosos entre los ayllus y el mundo cósmico, sea ejerciendo directamente poderes sagrados, sea amparando a los chamanes locales (a menudo ancianos y ancianas apartados en lugares lejanos)" Este punto nos da el paso a la segunda variable planteada por Thierry Saignes.
Que sepamos, no hubo en este vasto ámbito campañas extirpadoras de "idolatrÃas" (lo que no significa la desaparición de los cultos andinos, bien al contrario). El jesuita Arriaga, sin sospechar el fundamento del "pacto" (¿tácito?) entre curas y lÃderes andinos, reconocÃa "el cuidado y solicitud de los curacas y caciques en saber las tradiciones y fábulas de sus antepasados y contarlas y enseñarlas a los demás ... " (/1621/ 1968: 221). Recordar y difundir las antiguas tradiciones incumbe a los caciques y quizás esta función de transmisión integra las contraprestaciones debidas a sus sujetos. Sabemos que en Potosà estos últimos "acostumbran a beber en público juntándose mucha gente asà hombres como mujeres los cuales hacen grandes bailes en que usan de ritos y ceremonias antiguas trayendo a la memoria en sus cantares la gentilidad pasada. Y como duran los saraos dÃas y noches, o por mejor decir, toda la vida ... " (Capoche /1585/ 1959: 141).
Si bien muchos caciques del Collao se resistieron, otros, como queda dicho, brindaron su ayuda. Esta actitud puede tener varias explicaciones, los caciques del Collao fueron el apoyo y formaron parte del consejo de Huascar, por lo tanto no debieron ver con malos ojos a quienes dieron muerte a Atahuallpa. Por otra parte, los españoles eran pocos y no podÃan sostener el sistema sin la ayuda indÃgena. Es posible que los caciques del sur, a quienes no pudo pasar desapercibido este hecho, pensaran reconstituir de alguna manera sus antiguos señorÃos; y que poco contentos con la dominación Inca, quisieron sacar provecho de la caÃda del Imperio. Finalmente, ellos estaban muy conscientes de la derrota de Manco 11 (1534) Y tuvieron que conocer el fracaso del movimiento del Taqui Onqoy (1565). Estos hechos explican la prudencia con que se manejaban los señores del Collao"
Con esto queda más que claro que los caciques (curacas) poseÃan un poder espiritual que hacÃa que sean escuchados y obedecidos por su pueblo, siendo este poder espiritual la esencia de su legitimidad.
(1) La sucesión y descendencia de linaje es sumamente importante, muy similar a los Brahmán: "En la tradición religiosa hinduista, el Bráhmana es el miembro de la casta sacerdotal (la más importante de las cuatro) y la conforman los sacerdotes y los asesores del rey".
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