Es imposible que un gobernante de nación cualquiera, pueda ver la realidad sangrante de su paÃs: vive en un palacio de sueños, rodeado de una cohorte de servidores, en continuos banquetes oficiales, para trasladarse tiene a las puertas vehÃculos blindados, aviones, vestidos elaborados por diseñadores afamados, viajes de placer, aunque sean por cumplimiento de su cargo, mesa bien surtida, aunque los manteles sean folclóricos.
Siempre vive fuera de la órbita de la realidad de su pueblo, aunque anuncie que se halla bien informado de cuanto sucede en su paÃs. ¡Es imposible que comprenda el hambre, la miseria, la cohabitación obligatoria, la falta de agua, el drama de hallarse sin trabajo, el uso de ropas desgastadas!
1. Si bien la Iglesia Católica es neutral respecto de la forma de los regÃmenes polÃticos como lo afirmó el Papa PÃo XII: «la Iglesia católica, no estando bajo ningún respecto ligada a una forma de gobierno más que a otra, con tal que queden a salvo los derechos de Dios y de la conciencia cristiana, no encuentra dificultad en avenirse con las diversas instituciones polÃticas, sean monárquicas o republicanas, aristocráticas o democráticas» (EncÃclica Dilectissima Nobis), en cambio no es neutral en cuanto a las ideologÃas polÃticas, claramente expresada en las grandes encÃclicas Quod apostolici muneris (Contra el socialismo laicista); Libertas præstantissimum (Contra el liberalismo); Mit brennender sorge (Contra el nazismo); Divini Redemptoris (Contra el comunismo).
Pero ha sido la Carta Pastoral del episcopado boliviano de 2011, la que hizo una radiografÃa del paÃs señalando los avances y las ambigüedades, en ella, alabaron la «justa visibilidad» de los pueblos indÃgenas y los sectores sociales marginados, subrayando que no «pueden considerarse legÃtimas sólo las aspiraciones de aquellos que comparten la ideologÃa dominante, sin tomar en cuenta otras que podrÃan complementarla, enriquecerla». Pidieron los obispos una exclusión sin exclusiones y alertaron de una pobreza persistente.
Pero son sobre todos los empleados de la gran cadena de actividades públicas los que deben despertar el sentido de su dignidad y su responsabilidad, ya que frecuentemente tienen que ser testigos de irregularidades observables desde su asiento, de coimas injustificadas, de permisos fuera de orden, de detenciones y denuncias falsas para cubrirse bien sus pecadoras espaldas. No, no tiene buena fama Bolivia y quizás ni la ha merecido, por su malicia y su silencio.
german_mazuelo_leyton@yahoo.com
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