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Domingo 15 de abril de 2018

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Revista Dominical

Fernando de Magallanes y la causa marítima de Bolivia

15 abr 2018

Luis Augusto Urquieta Vedia

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Nuestro país, con gran entusiasmo está al presente entregado a una cruzada de apoyo patriótico al anhelo de todos los bolivianos: lograr por algún medio que nuestro vecino Chile encare el diferendo que tiene pendiente con nuestro país y así, por acuerdos que se celebrarían, Bolivia recuperaría una salida soberana al océano Pacífico. Un asunto muy difícil, hay que admitirlo, sin embargo, los conatos como la demanda incoada ante el Tribunal Internacional de La Haya y la amplia campaña por los medios, muestra que el asunto está ahí, en el centro del quehacer nacional con vigencia anhelante y logrando el positivo efecto de unir a todos los bolivianos en torno a una causa común: Mar para Bolivia.

Siendo un deber de todo boliviano aportar con acciones, ideas nuevas e iniciativas en pro de este común esfuerzo, sin mayores preámbulos, y siendo el tiempo histórico oportuno, paso a exponer y proponer un proyecto que ejecutado por los bolivianos, especialmente por quienes están en función de gobierno, serviría para dar a nuestra causa marítima un impulso nuevo y de reivindicación real e inmediato, quizá como ninguna otra acción.

EL PROYECTO MAGALLANES

El año próximo, el mundo celebrará 500 años del viaje más largo y trascendente que la Humanidad haya culminado sobre la superficie de la Tierra. En efecto, el 20 de Abril de 1519 una expedición patrocinada y costeada por la corona española, con una flotilla de cinco gastadas carabelas partió hacia lo desconocido; entre sus propósitos no expresados estaba intentar darle una vuelta al orbe y demostrar con ello que nuestro mundo es una esfera, pues partiendo de un punto se llegaba al mismo tras recorrerlo en toda su extensión. Esta expedición fue ideada y encabezada por el experto marino portugués Fernando de Magallanes, a quien el rey de su propio país anteriormente le había negado toda ayuda para su empresa, y así tuvo que recurrir a la vecina España, donde sí pudo encontrar el apoyo que ansiosamente estaba buscando con los mapas y cartas marinas en la mano. La tripulación de sus naves era plurinacional; en ella se enrolaron marinos españoles, portugueses, italianos, algunos franceses y alemanes e inclusive hombres de origen árabe.

Así, en la fecha señalada se dio inicio a la más bella página de las proezas náuticas, muestra inmortal del espíritu de aventura y valor del hombre, en esa época de exploración y descubrimientos. Largo sería narrar el increíble suplicio que esos marinos tuvieron que afrontar durante la travesía, pero ello demuestra lo que el hombre puede llegar a hacer cuando tiene un propósito firme y determinado. Tras tres tormentosos años culminó la primera vuelta al mundo, gloria imperecedera de España. Una sola nave retornó con 18 hombres al borde de la inanición. De las otras 4 perecieron en el trayecto 2; una retornó a España ya al inicio por temor de aventurarse a lo desconocido. La expedición venía siendo culminada por 2 barcos; uno de ellos fue interceptado por una flota portuguesa enviada por su rey Juan Manuel, quien estaba furioso por la oportunidad que había perdido y consideraba a Magallanes un traidor. De todas maneras ambas naves venían cargadas de las valiosas especias, cuya venta sirvió para pagar los costos de toda la expedición. La nave que culminó esta proeza curiosamente se llamaba La Victoria. Magallanes, capitán de esta increíble empresa murió en el trayecto y la culminó su segundo de a bordo Juan Sebastián El Cano. La primera vuelta al mundo comprobó la forma esférica del mismo y cesó para siempre toda duda al respecto, también fue explorado por primera vez el inmenso océano Pacífico y se comprobó que Asia y América no estaban juntas como afirmaba Colón. Ningún otro viaje sobre el planeta tuvo la importancia de la proeza de Magallanes. Comparados con los actuales, los instrumentos de navegación usados por Magallanes fueron primitivos: el reloj de arena para medir el tiempo y el astrolabio para determinar la latitud observando las estrellas del firmamento. Opinan los estudiosos que sólo el viaje a la Luna del Apolo 11 puede emular la grandeza del viaje de Magallanes.

Otras vueltas al mundo dignas de citarse son la del pirata inglés Francis Drake quien medio siglo después de Magallanes, con patrocinio de Isabel I Tudor de Inglaterra bombardeó y saqueó posesiones españolas como Panamá, Valparaíso El Callao, Cádiz y otros como parte de su política antiespañola. Otra increíble vuelta al mundo fue la del también inglés Arthur Chichester quien en 1962 0 1964 utilizando una pequeña nave impulsada a vela, una balandra, dio vuelta al orbe sin compañía de nadie, solitario e impávido, deteniéndose tan solo en tres lugares para reparaciones y recargo de provisiones: En las Islas Malvinas, en Australia y Ciudad del Cabo en Sudáfrica. Un verdadero récord mundial.

Ahora bien, ¿Tiene algo que ver la causa marítima de nuestro país con la primera vuelta al orbe? A primera vista ninguna, sin embargo, con un poco de imaginación podemos relacionar ambas y proponer la siguiente original y nueva iniciativa, que la dirijo con especial destino a autoridades del gobierno de nuestro país: Oficiales destacados de nuestra Fuerza naval, tras un rápido entrenamiento al efecto, podrían reeditar la proeza de Magallanes, recorriendo la ruta que hace cinco siglos recorrió éste; como paradójico homenaje al más grande de los marinos de parte de un país mediterráneo y como un reto al destino adverso que mutiló nuestro Litoral. Que patético sería que un país sin costa marítima, con escasa experiencia náutica, organice una expedición y se lance a los mares y océanos del mundo como grito de reclamo por nuestro derecho al mar que nos fue arrebatado.

Naciones fraternas como Venezuela, Cuba, Perú no nos negarían facilitarnos una fragata, corbeta u otra nave útil al efecto y así conformar una pequeña flotilla de 3 o 4 naves. Es fácil figurarse el entusiasmo y apoyo mundial que ello generaría. Los bolivianos residentes en el extranjero acudirían con júbilo y sentimiento patriótico a recibir a nuestras naves. Imaginemos a los bolivianos residentes en España o en Estados Unidos recibiendo a sus compatriotas marinos en algún puerto de esos países. El beneficio político para los organizadores sería grande y Bolivia vería crecer algo que tiene adormecido: la vocación marítima y la vivencia real de navegar de verdad en alta mar. En otras palabras ello sería nuestro reencuentro definitivo con esa bella heredad que Dios ha dado a todos los hombres y mujeres de la Tierra: los mares y océanos; además de elevar nuestra autoestima y confianza en el destino que nos devolverá lo que fue nuestro, y finalmente esta magna aventura sería honra de nuestra Fuerza Naval y un desagravio ante los autores de esa perversa mutilación. Imaginemos a una flotilla con nuestras banderas empezando la travesía en algún puerto del hermano Perú y luego de dar la vuelta al mundo culminarla en Antofagasta, el puerto que un día fue nuestro. Y si una vuelta no es suficiente, podemos dar una segunda y tercera hasta llegar a todos los confines del mundo y hasta que nuestro usurpador se convenza que podemos ser mejores marinos que ellos.

Cuán confortante es pensar que para emprender este reto no necesitamos el permiso de nadie, tan solo audacia y voluntad para lanzarnos a los mares. El mundo entero nos apoyaría y habríamos logrado una otra forma de reivindicación marítima, qué mejor que reclamar nuestro derecho al mar desde los mismos mares. Y el Supremo Creador, para quien no hay imposibles, bendecirá nuestros esfuerzos y Bolivia retornará finalmente a las costas del Pacífico.

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