El cuidadoso impreso reza: "Todos tenemos una única misión, dar vida y producir muchos frutos, pero cada uno ha de hacerlo según su vocación y su ministerio en la comunidad. Los puestos no cuentan y los honores tampoco".
El mundo sabe cómo murió, es decir ese desenlace cruel y fatal, rememoramos cada otoño. Por ello denominamos Semana Santa, ese desorden condensado en ira fue uno de los episodios en la vida de Jesús. Los sucesos se fueron multiplicando hasta compartir el signo de la insensibilidad. Elegido por el Padre, fÃsicamente quedó con rasgos de impotencia. Sin embargo todo estaba escrito y consumado.
Fueron horas de pasar por ese claustro de meditación, los cantos gregorianos, nos retornaron al misterio. En un abrir y cerrar de ojos todo fue religioso, se apoderó la cromoterapia hasta el aire que respiramos, la fe se tornó vital, necesaria en todo lo que tiene vida.
"Por querer cambiar el culto hipócrita y engañoso".
"Por anunciar la conversión del corazón".
"Por vivir con la doctrina del amor de Dios hasta el final".
"Por formar un mundo nuevo".
"Por creer en el Dios de la vida y la justicia".
Un arreglo de rosas frescas de colores tenues con un lazo color cobrizo, resalta para el acontecimiento, vuelve el mensaje "Vida, pasión y muerte de Cristo".
Prosigue un cortÃsimo recorrido por los alrededores de este espacio, donde se leen mosaicos de escritos, prima el espÃritu de valorar la vida, honrar la justicia, la sensatez.
Quienes hemos tenido la vicisitud de asistir a ese templo transitorio, breve por el tiempo de contemplar la exposición, nos hemos subyugado ante el sumo, ecuánime, Jesús inmortal.
Recapitulando ese encuentro, ese jornal de esperanza, no fue fantasÃa sumergirse en el candor que sólo Jesús nos hace sentir, el impacto fue positivo, espontáneo, natural. Es decir, difuminar las palabras con sinos para llegar al aura. La realidad fue, fomentar desde el fondo de la sombra, las puertas oscuras, las luces apagadas, como un duelo nocturno, exposición inolvidable para rememorar hasta el fin del tiempo, cuando habremos de fundir nuestra carne convertida en cenizas, amor puro de alabanza.
Enhorabuena la exposición de Arte contemporáneo, curadurÃa arte sacro, de Martha López León.
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