Chinos, ni santos ni demonios

Hay algunos hechos que no son desconocidos, situaciones que no pueden obviarse, circunstancias que forman parte de un esquema contemplativo y todo reducido al hecho innegable de una fuerte migración de ciudadanos chinos a nuestro país, bajo diferentes formas de procedimiento, pero por donde se vea, esos ciudadanos asiáticos ocupan la atención ciudadana nacional.

Se da el caso que estos migrantes ocasionales, desde hace algunos años atrás comenzaron su lento asentamiento, primero en tierras del oriente, lo hicieron como agricultores - y dicen que son muy buenos - pero también incursionaron en los negocios particulares, estableciendo negocios de su especialidad, las chifas y la oferta tentadora de la comida china. Esos negocios se extendieron por todo el país y para completar sus servicios contrataron personal de apoyo boliviano. Ahí fue donde comenzaron los primeros problemas sociales, por desconocimiento o incumplimiento de nuestras leyes laborales. Varios empleados bolivianos, mujeres en su mayor parte, sufrieron vejámenes de sus contratistas y fueron engañados en el pago de salarios y beneficios.

El tema de la migración masiva y de gente que proviene de países del otro lado del mundo, con características, cultura y costumbres diferentes, conlleva ciertos elementos sociales que deben ser comprendidos en las dos instancias, las que corresponden a los visitantes y las que por supuesto defenderán los naturales del país, especialmente si los primeros cometen excesos, actúan arbitrariamente o simplemente alteran las condiciones de buena vecindad y respeto mutuo.

Aparte de varias denuncias presentadas contra ejecutivos de empresas chinas, por maltrato a empleados bolivianos, transgresiones socio-laborales y exigencias de labores extraordinarias, se ha denunciado también que estos elementos chinos han cometido el delito flagrante de atentar contra la fauna silvestre del país, ocasionando un grave daño a la naturaleza y las reservas nacionales.

En las aclaraciones por parte de los infractores, predomina la disculpa más común y que hace referencia al desconocimiento de regulaciones, propiamente de las leyes y consiguientemente del cumplimiento disciplinado de normas que rigen en el país, absolutamente para todos, estantes y habitantes. Poniendo orden en ese problema, con participación directa de su embajada y un compromiso de respeto a las disposiciones legales, puede mejorar su presencia temporal.

Ahora bien, los chinos ni son "santos, tampoco demonios", pero en todo caso su presencia, un poco circunstancial y con afinidad a una serie de convenios de orden financiero, inversiones, transferencia de tecnología y otros detalles, su permanencia puede ser positiva, en la medida que se adapten a las costumbres del medio en que vivirán, quién sabe por qué tiempo y que ojalá fuese en las mejores condiciones de amigable y respetuosa convivencia.

Alguien dijo sobre el caso, se trata de una alternativa peculiar en la que debemos tolerarnos mutuamente. La China es el país al que debemos por los dólares que nos presta, pero que también obtiene buenas tajadas financieras y no menos ventajas para sus ocasionales visitantes.

Fuente: LA PATRIA