Según algunas referencias de organizaciones que estudian el fenómeno, el caso de Oruro se toma en cuenta como el "propulsor" del comercio callejero y el funcionamiento de las "ferias" semanales que se instalan en proximidades de un centro de abasto y que originalmente era de un dÃa por semana y ahora es de dos dÃas, pero con un crecimiento desmesurado que de cinco cuadras saturadas de puestos de venta, ahora hay que hablar de más de cien cuadras, frente a frente que se han extendido en varias arterias paralelas de este a oeste y las transversales de norte a sur.
Otro distrito de mayor crecimiento está en la ciudad de El Alto, con una feria permanente "16 de Julio", pero que se agranda en otros dos dÃas de cada semana y que reúne a miles de personas entre vendedores y compradores. Datos del INE, corroboran la apreciación de algunos observadores del caso y coinciden al señalar que en El Alto hay cerca de 250 mil gremiales, organizados en sindicatos de variada nominación, pero con fines similares que son expresamente de la venta de todo tipo de mercancÃas y alimentos en puestos fijos y buen porcentaje de ambulantes. La mayorÃa contribuye con un derecho de puesto o paga por el permiso que el municipio le otorga para que funcione su negocio móvil.
Oruro cambió entonces al rubro del comercio mayorista, un rubro que mueve millones de dólares y bolivianos, que permite a miles de personas dedicarse al comercio informal, pero con un gran problema, que constituye la abierta y extendida evasión impositiva, que hasta el presente es la gran debilidad del Servicio de Impuestos, que no ha logrado incorporar a su registro general a los grandes capitalistas del contrabando y del comercio informal.
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