Si un catedrático tiene problemas que se manifiestan en aula, y peor si son conductuales o psicológicos, lo que tiene que hacer es dar un paso al costado y dejar su lugar a alguien que pueda enseñar con mayor solvencia personal. Ampararlo, aun argumentando que tiene problemas mentales, no es pensar en el alumnado sino en el sector docente y esa es una actitud que debe erradicarse de las universidades.
Lo ocurrido en Santa Cruz, donde los colegas del docente salieron en defensa del catedrático racista, demuestra que, pese al paso de los años, las cosas no han cambiado.
TodavÃa existen docentes que se creen en la cima del mundo cuando dan clases y actúan en consecuencia. Justificarlos es tanto como incurrir en sus faltas.
(*) Premio Nacional en Historia del Periodismo
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